The Guardians
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Rapture (Ángeles Caídos 4) - J.R. Ward

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Mensaje por maka.mayi Jue Jun 13, 2013 11:28 pm

aranoi escribió:Gracias por el capi  Maka :)

Ya empezamos con los asesinatos :(


Devina Rapture (Ángeles Caídos 4) - J.R. Ward - Página 5 2219796482
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Mensaje por Invitado Vie Jun 14, 2013 8:43 pm

Gracias!!!
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Mensaje por maka.mayi Lun Jun 17, 2013 10:00 pm


Capitulo Quince

Traducido por Mayra Alfaro
Corregido por MariPG

Suicidio.
Mientras Matthias le daba vueltas a la palabra, un hombre del tamaño de un autobús entró en el garaje del departamento de una planta, tenía chamarra negra, guantes y ropa de piel que lo hacían parecer un ángel del infierno. Esa dura expresión era buena también para su descripción de trabajo, y todos esos piercings tampoco lo hacían parecer como un gatito.
Jim hizo las presentaciones, clasificando a Matthias como “un amigo”, y al compañero de cuarto vestido de piel como “Adrián”.
Suicidio.
Tratando con el concepto de tamaño, Matthias encontró que le quedaba, y esperó por que le llegara más: un contexto, un lugar, el motivo que lo había provocado. Nada salió a la superficie, aunque hizo fuerza contra la congestión en su cabeza…
Con claridad repentina, volteó a ver a Heron. —El desierto.
El hombre con las respuestas dejó de hablar con su compañero y asintió. —Sí. Ahí fue donde sucedió.
—Y tú estabas ahí. —Cuando Heron volvió a asentir, la frustración de Matthias rugió—. ¿Cómo demonios nos conocemos…?
Cualquier respuesta fue cortada por el sonido de un auto deteniéndose frente al garaje. Instantáneamente, sacaron las armas y Matthias se unió a la fiesta enganchando la que estaba sobre la mesa.
Dios… se sentía tan bien contra su palma. Tan normal.
Matthias se dio la vuelta para investigar, mirando a través de las cortinas. En cuanto vio lo que estaba en el camino de entrada, se echó hacia atrás con un gemido. —Hijo de perra.
—¿La conoces? —preguntó Jim desde la ventana que había en la puerta.
Volteándose de nuevo, vio cuando Mels se bajó del Toyota y se fijó en la Harley. No le extrañaba que hubiera encontrado la maldita dirección; si él lo había hecho, ella también podía. Pero no podía creer que ella hubiera seguido adelante. La había golpeado con la dura realidad antes de que se separaran y la mayoría de la gente habría abandonado el drama justo en ese momento y lugar.
Soy cinturón negro, tengo licencia para portar un arma oculta, y nunca voy a algún lado sin un buen cuchillo.
—Déjenme manejar esto, —dijo yendo hacia la puerta y empujando a Jim fuera del camino, a pesar de que el otro hombre pesara más que él, tanto como una escotilla—. Y permítanme dejar esto perfectamente claro, nadie la toca. ¿Ambos lo entienden? Nadie.
Estaba físicamente comprometido en varios sentidos, pero no se necesitaba mucha fuerza para jalar un maldito gatillo. Y si alguien se acercaba demasiado a esa encantadora mujer, lo cazaría y lo mataría aunque fuera la última cosa que hiciera sobre la tierra.
En el pesado silencio, dos pares de cejas se levantaron hacia el cielo, pero ninguno de los hombres discutió con él.
Bien pensado chicos.
En el instante en que Matthias dio un paso hacia afuera en el descanso superior, Mels levantó de golpe la cabeza.
Poniendo sus manos sobre las caderas, de alguna forma ella lo confrontó ojo-a-ojo, a pesar de que estaba a un nivel más bajo. —Sorpresa, sorpresa.
Manteniendo el arma fuera de vista le dijo, —Tienes que irte.
Ella cabeceó hacia la motocicleta. —¿El transporte de un hombre muerto?
—Claro que no.
Frunciendo el ceño, ella abruptamente cruzó sobre la grava y recogió lo que parecía uno de los adoquines. Excepto que captó la luz del sol y reflejó un destello, sugiriendo que era de metal.
Enderezándose, se llevó el casquillo de la bala a la nariz y lo olió. —¿Haciendo un poco de práctica de tiro?
Cuando ella levantó el casquillo vacío, quiso maldecir. Especialmente cuando ella sonrió fríamente. —Este está recientemente descargado, no hace más de veinte minutos, tal vez treinta desde que fue disparado de una pistola.
Metiéndose la pistola prestada en la parte baja de su espalda, bajó lo más rápido que pudo, y cuando estuvieron de verdad cara a cara, nunca se había sentido tan impotente en toda su vida. Había tratado de asustarla para que se fuera; eso claramente no había funcionado. Quizá la honestidad hiciera el truco.
Recorrió su cara con los ojos, esa testaruda y hermosa cara. —Por favor, —dijo quedamente—. Te lo ruego. Deja ir todo esto.
—Sigues hablando acerca de peligro, pero todo lo que yo veo es a un hombre sin memoria a la caza de un ganso salvaje. Mira, sólo háblame…
—La muerte de Jim Heron. Y no sé de quién es esa Harley, o quién estuvo disparando…
—Entonces, ¿con quién estás hablando allí arriba? Y si dices que con nadie, estás mintiendo. No hay modo de que tú hayas traído esa moto aquí. De ninguna manera y ese motor todavía está pulsando. Te apuesto de que si me acerco y pongo la mano sobre el bloque, estaría caliente.
—De verdad necesitas dejar ir todo esto…
—No pondré nada de esto en el periódico ya habíamos establecido eso. Todo es extraoficial…
—Entonces, ¿por qué te importa?
—Soy más que mi trabajo.
Él levantó las manos. —No sé por qué demonios estoy discutiendo contigo. Ni siquiera te pones el maldito cinturón de seguridad en el auto. Cómo puedo esperar que tú…—
En ese momento, la puerta se abrió y Jim Heron salió a la luz del sol.
Mels miró al tipo y sacudió la cabeza. —Bueno, ver para creer… sabes, tienes un parecido tremendo con un trabajador de construcción a quién dispararon y mataron hace cerca de dos semanas. De hecho, trabajé en el artículo sobre ti en el CCJ.
     Matthias apretó los ojos. —Hijo de puta…
 
Ω
 
La primera parte de la buena noticia, pensó Jim, era que la mujer tenía sombra. No había posibilidad de que fuera un holograma de Devina.
La segunda era la pequeña actuación de toda-mía de Matthias. Ese bastardo cruel nunca se había adueñado de otra cosa que no fuera una misión con objetivo, no había actuado protector sobre un alma viviente. Pero algo en esta reportera observadora había podido penetrar en él y eso no apestaba.
La fémina en cuestión miró a Matthias. Era algo más adecuado decir que lo fulminó con la mirada. —¿No vas a presentarnos?
—Lo haré yo mismo, —anunció Jim mientras empezaba a bajar las escaleras.
—Qué refrescante es pensar que los buenos modales no han muerto, —dijo ella entre dientes—. Aunque, con el modo en que ustedes se manejan, muerto no es en verdad un término binario, ¿cierto?
Matthias no estaba contento detrás de esos Ray-Bans suyos, pero iba a tener que superarlo. Junto con algunas otras cosas.
—Soy Jim. —Le ofreció la mano—. Encantado de conocerte.
Su expresión era toda acerca de oh-por-favor, pero extendió su palma. —¿Te gustaría decirme qué es lo que está pasando aquí…?
En el momento en que se efectuó el contacto, la puso en trance: ella solo lo miró fijamente, relajada, lista para ser informada, con la memoria a corto plazo borrada.
Guay. No estaba seguro de poder salirse con la suya.
Matthias sujetó violentamente el brazo de Jim. —¿Qué demonios le hiciste?
—Nada. Sólo un poco de hipnosis. —Le echó una mirada a su antiguo jefe—. Esto es lo que va a suceder. ella no va a recordarme, ese camino está limpio y relimpio. Y tú vas a llevarla al hotel en el que estoy reservando una habitación para ti…
Matthias estaba enfocado solo en su reportera. —¿Mels? ¿Mels–estás bien–?
Jim puso la cara justo enfrente de los ojos del tipo. —Ella está bien, ¿no habías nunca escuchado sobre Heron el Magnífico?
Yyyyyyy salió la pistola. Matthias empujó el cañón justo en el cuello de Jim, y repentinamente la mandíbula del otro hombre estaba justo como siempre había estado, apretada, dura, toda sobre hacer-algo.
—Qué demonios le hiciste. —No era una pregunta. Era más como la cuenta regresiva antes de jalar el gatillo.
—Bueno, —dijo Jim razonablemente—, si me disparas en la carótida, nunca vas a sacarla de ello, ¿cierto?
En realidad, si el tipo le disparaba nada iba a suceder. Pero ya tenían suficiente drama aquí y no estaba seguro de poder hacer este truco mental a dos personas al mismo tiempo. Es más, dado lo complicado del panorama mental del Matthias, Jim no quería correr el riesgo de volarle el cerebro al bastardo con la verdad sobre todo el asunto del ángel-demonio. No todavía, a cualquier precio.
Esa pistola no titubeó. —Tráela de vuelta. Ahora.
—Vas a llevarla a tu habitación de hotel.
—Yo soy el que tiene la pistola. Yo hago los planes.
—Piensa en ello. Si estás con ella, entonces puedes asegurarte de que la deje en paz, ¿cierto?
La voz de Matthias descendió una octava. —No sabes con quién estás tratando.
—Tú tampoco. —Jim se inclinó sobre el tipo—. Me necesitas. Soy el único quién puede decirte lo que quieres saber, créeme en esto. Soy más consciente que tú sobre exactamente que tan enterrado está tu pasado y nadie va a romper esa barrera más que yo. Así que métete en ese maldito batidor, haz que ella te lleve al Marriott del centro y yo llegaré ahí cuando esté bien y malditamente listo.
Matthias solo se quedó donde estaba, cuadrándose por un largo tiempo. —Podría dispararte ahora mismo.
—Entonces hazlo.
Matthias frunció el ceño y llevó su mano libre a su sien como si le doliera la cabeza. —Yo… te disparé, no…
—Tenemos una larga historia. Y si quieres enterarte de eso, te quedarás con ella, sin discusiones. Te tengo por las bolas, y te reto a que dispares. Lindo puto cambio de ritmo, en mi modesta opinión.
Jim regresó a las escaleras y subió, dejando a Matthias atascado entre una roca y su reportera. En el descanso superior, tronó los dedos de puro teatro y luego desapareció en el departamento. Por detrás de las cortinas, vio a la mujer volver a la realidad y a esos dos ponerse a platicar.
—Así que Matthias es el alma, —dijo Ad entre mordidas a su Reuben.
—Así parece.
—¿Estás seguro de que quieres arrastrar a la mujer dentro de todo esto?
—¿Viste el modo en que él la mira?
—Quizá solo quiera tener sexo.
—Buena suerte con eso, —dijo Jim entre dientes—. Y sí es así, ella va a ser un recurso para nosotros.
La pregunta ahora era, dónde estaba la encrucijada. Tarde o temprano, Devina iba a preparar una elección y Jim tenía hasta entonces para que un hombre completamente sin conciencia, déspota y hambriento de poder hiciera un cambio de ciento ochenta grados.
Genial. Simplemente genial.
Estaría completamente rodeado de satisfacción laboral en el momento en que sin duda iba a estar ahogándose en la mierda.
—Vayamos a ese hotel, —dijo.
— ¿Qué hotel?
—El Marriott. —Fue por su billetera. Había una tarjeta de crédito en ella bajo el nombre de Jim Heron que estaba al corriente y MasterCard, no iba a saber que estaba técnicamente muerto porque no se los había dicho.
Adrián se limpió la boca con una servilleta del Goldstein’s Deli. —¿Estás seguro de que quieres hacer esto tan público? Hay mucha gente en el centro y Devina adora ser el centro de atención.
—Sí, pero la falta de privacidad le atará las manos primero que todo, ella tiene que limpiar cualquier desastre. Y segundo, va a tener que ser muy cuidadosa sobre como procede en esta ronda y no puedo creer que matando civiles inocentes de la variedad humana vaya a poner al Creador en Su lugar feliz.
Jim se acercó al tocador, o a lo que se suponía que lo era, y sacó sus fundas para armas. Deslizándoselas encima, puso su daga sobre un lado y otra de sus armas en el otro. Revisándose los bolsillos, revisó cuántos cigarrillos tenía…
La pieza de papel doblada en el trasero de sus jeans detuvo la búsqueda y cerró los ojos brevemente.
No había motivo para sacar el artículo del periódico; se lo sabía con el corazón. Cada palabra, cada párrafo y especialmente la fotografía.
Su Sissy.
Quién no era realmente suya.
Siempre con él. Nunca olvidada.
Asegurándose que Adrián no pudiera ver, sacó la pieza de ocho y medio por once, desdobló la página y le echó un vistazo a su cara. Tenía diecinueve cuando fue tomada por el demonio, eternamente atrapada bajo esa pared de almas…
            Jim frunció el ceño y miró hacia la puerta. Matthias había estado en ese cruel infierno. ¿Qué habrá visto él ahí dentro…?
O, mierda, ¿qué había hecho él ahí?
La idea de que esa chica estuviera ahí sufriendo era suficiente para hacer que Jim viera blanco de furia.
—Apúrate Ad, —dijo entre dientes—. Tenemos que irnos.
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Mensaje por Invitado Mar Jun 18, 2013 9:50 am

Muchas gracias por el capi!!!!

Mels va a ser el factor decisivo, ya vereis
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Mensaje por maka.mayi Mar Jun 18, 2013 11:48 am

Algo planea Jim :S
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Mensaje por Invitado Mar Jun 18, 2013 12:12 pm

me encanta sus libros de esta autora
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Mensaje por Invitado Miér Jun 19, 2013 10:54 pm

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Rapture (Ángeles Caídos 4) - J.R. Ward - Página 5 Pluginta
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Mensaje por Invitado Jue Jun 20, 2013 11:20 am

muchas gracias x los capis Rapture (Ángeles Caídos 4) - J.R. Ward - Página 5 92571
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Mensaje por Invitado Vie Jun 21, 2013 1:16 pm

Gracias!!!
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Mensaje por FRANCESCA22 Miér Jun 26, 2013 12:34 am

Adoro todo lo que escribe JR Ward!!! Muchas gracias por los capítulos!!!!!Rapture (Ángeles Caídos 4) - J.R. Ward - Página 5 810809218Rapture (Ángeles Caídos 4) - J.R. Ward - Página 5 810809218Rapture (Ángeles Caídos 4) - J.R. Ward - Página 5 810809218
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Mensaje por maka.mayi Miér Jun 26, 2013 10:46 pm


Capitulo Dieciseis

Traducido por Mayra Alfaro
Corregido por MariPG

Sentado en el asiento de pasajero del Toyota, Matthias sentía que las cosas no iban a la carrera. De hecho, no solo era que Mels estaba obedeciendo todas las leyes de tránsito, sino que ellos estaban trepando a cinco millas por hora a través de una zona de construcción repleta de martillos neumáticos y camiones de pavimentación.
La miró de reojo. Detrás del volante, se veía bien, tranquila, normal, aún con el no-tengo-ni-idea sobre Jim Heron.
¿Qué demonios le había hecho el tipo?
Hombre, generalmente Matthias habría considerado todo una pendejada. Hipnosis su culo. Excepto… bueno, que él estaba un poco en la misma situación, aunque en lugar de olvidar unos cuantos minutos, tenía un espacio en blanco sobre su entera jodida vida.
Y de cualquier modo, ¿qué sabía ahora sobre lo que era “ordinario”?
Al detenerse en una luz roja en el lado opuesto al ataque al asfalto, miró por su ventana. —No llevo bien no poder tener el control.
—No mucha gente lo disfruta. —Mels tomó una respiración profunda—. Me da gusto que me permitas llevarte de regreso al hotel.
Si estás con ella, entonces puedes asegurarte de que la deje en paz, ¿cierto?
Metió los dedos por debajo del armazón de sus Ray-Ban y se talló los ojos.
—Casi llegamos. —dijo ella, como si pensara que iba a desmayarse o algo así.
Sin embargo, él no estaba sufriendo un momento de malestar. —Me haces sentir… inútil.
—No creo que sea por mí. Creo que es tu situación.
—No, eres tú. —Tenía la sensación de que si ella no estuviera involucrada, las cosas serían más claras, aunque nunca recordara algún otro momento de su vida: en esa situación hipotética, todo por lo que tendría que preocuparse sería él mismo y un problema era definitivamente mejor que dos.
—He tratado de hacer lo correcto, —él murmuró, y luego se preguntó a quién le estaba hablando.
—Y lo estás haciendo… yendo a un lugar donde puedas descansar. Las cosas han sido caóticas como el demonio para ti en las últimas veinticuatro horas. Necesitas dormir.
Dejando caer la cabeza contra el reposacabezas, cerró los ojos y pensó en enfrentarse contra Jim, totalmente preparado para jalar el gatillo y matar al tipo.
Dormir no parecía ser lo que necesitaba. Pensaba más en esposas y una evaluación psicológica: en el momento en que su dedo había estado en el gatillo, no había titubeado; no con la velocidad con que había puesto la boca de la pistola en la yugular del tipo, no porque hubieran tenido testigos y no por algún tipo de moral humm-esta-es-una-vida-humana.
¿Había sido un soldado? Porque esa mierda no había sido propia de un civil, era todo militar.
Claro, pensó, eso era. Había sido uno de los más peligrosos tipos de guerreros… de aquellos que tenían un espacio muerto en el centro de su pecho. Lo que significaba que eran capaces de cualquier cosa.
Odiabas al hombre que eras.
Cuando la luz cambió a verde, Mels pasó una sección de mini malls, tiendas que estaban unidas como LEGOS enfrente de reducidos espacios de estacionamiento. Era algo de lo que nunca se había percatado, las cafeterías cursis, los lugares que traficaban con regalos típicos, las joyerías de gama baja y las tiendas de a dólar. Tan trivial. Tan del día a día. Tan normal…
—Traté de suicidarme.
Mels pisó el freno por un momento, a pesar de que el tráfico iba fluyendo uniformemente por los cuatro carriles del camino.
—¿Tú…? —Aclaró su garganta—. ¿Recuperaste la memoria?
—Momentos y pedazos.
—¿Qué sucedió? Quiero decir, si no es muy personal.
Pensando de nuevo en Jim Heron, respondió con las palabras del hombre. —No me gustaba quien era.
—¿Y quién eras?
Oscuro como la noche, frío como el invierno, duro como una espada. Pero se lo guardó para si mismo. —Eres tenaz, lo sabes.
Ella tocó su esternón. —Reportera. Es parte de la descripción del trabajo.
—Me estoy dando cuenta.
Matthias cerró los ojos de nuevo y escuchó las idas y venidas del motor. Cuando algo cálido y suave cubrió su muñeca, se sobresaltó. Era su mano, su elegante mano.
En algún nivel, no podía creer que ella quisiera tocarlo.
Tragando saliva, le dio un apretón y luego interrumpió el contacto.
Llegaron al Marriott como diez minutos después. El hotel era el típico jolgorio de gran ciudad, mostrando setos perfectamente podados y un césped plano, azotando en el centro del área de negocios. Entrando por el recibidor de autos, se vieron enredados en un revoltijo de maleteros, carros y gente con equipaje. Eran después de las tres de la tarde por lo tanto era la hora pico para los viajeros.
—¿Vas a subir? —se escuchó preguntar, mientras se cuestionaba si alguien los habría seguido… y exactamente que clase de relación tenía él con Jim Heron.
La palabra ayuda había estado dando vueltas alrededor del tipo, excepto que tenías que preguntarte cuáles eran sus motivaciones y no era inteligente dar algo por sentado.
—Veré que quedes instalado, ¿qué tal eso?
—Eso está… bien. —Habría preferido una ruptura limpia todavía, pero eso ya no era posible.
Gracias a Heron.
Sin embargo… no le molestaba tener la oportunidad de estar con ella un poco más.
Mels pasó todos los carritos de latón que estaban sin utilizar y los tipos uniformados que estaban bajando maletas de las cajuelas, y se dirigió hacia el estacionamiento. A través de las rejillas de ventilación del Toyota, el olor del gas del escape burbujeó en el interior del auto, así que abrió una ventana… pero que estúpido fue eso. El aire que había entrado era la fuente del mal olor.
Le dieron el auto de su amigo al valet, quién no se veía muy entusiasmado por estacionar al PDM , y arrastraron los pies por la puerta giratoria hacia un recibidor en el nivel inferior que estaba decorado con tapizados rojo sangre y paredes doradas. Desafortunadamente y a pesar de la cantidad de gente—o quizá por ello—el decorado era más como de burdel que de lugar de negocios, intentando imitar el lujo de un Four Seasons pero sin lograrlo del todo.
—Siempre había pensado que este lugar sería como el Waldorf, —dijo Mels mientras presionaba el botón del elevador—. Pero esto es Caldwell, no Manhattan.
—Que gracioso, estaba justamente pensando lo mismo.
—Aprovecho para disculparme por cualquier rudeza innecesaria, —dijo ella—. Fui transferida.
— ¿De Nueva York?
—Bueno, nací aquí, pero pertenezco allá. Estoy esperando poder regresar.
— ¿Qué te detiene en Caldwell?
—Todo. Nada. —Echó una mirada—. De extraño modo, te envidio la amnesia.
—Yo no lo haría si fuera tú.
Sí, realmente no quería eso para ella y no porque estuviera siendo un caballero. Parado a su lado, habría matado por saber sobre ella, su familia, donde creció, cualquier cosa que la hubiera traído a este tranquilo y frágil momento en el tiempo.
—Mels…
Antes de que pudiera empezar a preguntar, una familia se les unió para esperar el elevador, las hijas corrían alrededor, los padres lucían como si estuvieran atrapados en una versión del infierno que olía como a chicle y era poblada por pequeños demonios vestidos con trajes de princesa de cuento que combinaban y que pedían helado cada tres minutos.
¡Ding!
Al abrirse las puertas, puso su mano en la espalda baja de Mels y la condujo al elevador. No quería dejar de tocarla, pero dejó caer el brazo y aguantó las miradas de las niñas.
Arriba en la recepción del hotel, el ajetreo y el bullicio del recibidor de autos había invadido el área del lugar, una fila de personas serpenteaba desde el capitán de botones quién vigilaba desde su sitio en el acordonado de terciopelo.
—Esto es una pesadilla, —murmuró Matthias secamente.
—Podría ser peor. ¿Has oído hablar del Motel 6?
—Buen punto.
Cuando finalmente llegaron al mostrador, dio su nombre sin estar seguro de cómo iban a funcionar las cosas. Típicamente, presentabas la tarjeta de crédito con la que hacías la reservación para que te dieran una habitación…
—Oh, sí, señor Hault, usted ya está registrado. —La mujer tecleaba rápido en la computadora—. Sólo necesito por favor su licencia de conducir.
Matthias miró alrededor de la recepción. ¿Cómo demonios había hecho Heron para llegar aquí con su tarjeta de crédito y realizar el trámite? El tráfico había sido pesado, pero no tan pesado en la ruta que Mels y él habían seguido para llegar ahí… a menos, claro, que el tipo se hubiera sacado un helicóptero del culo.
Y sobre la tarjeta de crédito, ¿habría usado Heron una propia? Se suponía que el HDP estaba muerto, así que uno tenía que preguntarse cómo la compañía iba a mandar el estado de cuenta a Pine Grove. Así y todo, los números de tarjeta de crédito eran tan fáciles de conseguir como tarjetas de biblioteca si conocías a la gente adecuada… y dada la imagen del compañero de Heron, el acceso al mercado negro era sin duda una obviedad.
—¿Señor? ¿Su licencia?
—Claro, disculpe.
Cuando le pasó la cosa, la recepcionista le sonrió de forma profesional, su expresión era el equivalente de un tapete de bienvenida. —Ok, aquí tiene las tarjetas de su habitación. Tome el elevador de ahí hacia el sexto piso. Está usted en la habitación…
No la seiscientos sesenta y seis, pensó sin razón aparente.
—… seiscientos cuarenta y dos. ¿Necesita que alguien le ayude con su equipaje?
—No, estoy bien. Gracias.
—Disfrute su estancia señor.
Mientras Mels y él se dirigían a los otros elevadores, escaneó la recepción sin mover la cabeza. La gente que iba y venía alrededor no tenía nada en especial… sólo personas normales que arrastraban sus maletas detrás de ellos, o iban hablando por celular, o estaban discutiendo con sus esposas/maridos/novios. Nadie le prestaba atención, y ese era el por qué los lugares públicos eran los más seguros en los que esconderse.
Aun así, le alegraba tener el arma que le había quitado a Jim.
La espera durante la segunda ronda en los elevadores fue más larga que en la primera, y cuando llegaron, Mels dio un paso hacia adelante al mismo tiempo que otra pareja.
Tocó su brazo y la apaciguó. —Tomaremos el siguiente.
Las puertas se cerraron mientras ella le miraba de reojo. —¿Claustrofóbico?
—Sí. Eso es.
Esta vez dejó su mano rozándola un poco. Parado detrás de ella, era mucho más alto aunque ella no era pequeña de ningún modo—se preguntaba cómo se sentiría tenerla contra él.
Extraño pensamiento para tener por muchísimas razones.
Pero le llevó a una imagen indiscutible en su cabeza…
—Aquí hay otro, —dijo ella, dando un paso y soltándose de su agarre—. Y estaremos solos esta vez.
Hombre, cuando eso venía de Mels Carmichael, solos sonaba bastante agradable, realmente lo hacía.
El viaje hacia su habitación fue sin incidentes—asumiendo que dejaba fuera la dirección que habían tomado sus pensamientos. Y otra buena nueva noticia era que la habitación seiscientos cuarenta y dos no estaba lejos de una salida de emergencia. Perfecto. Adentro, el espacio de veinte por veinte de cama-buró-escritorio-silla era de tipo estándar, aunque mientras la puerta se cerraba detrás de ellos, se enfocó en la cama tamaño king size.
Excepto que ella no estaba buscando una aventura con un desconocido, y él de cualquier modo no podría desempeñarse.
Mientras cruzaba la habitación y cerraba las cortinas, Mels prendió la luz del baño y se asomó adentro. —Tienes una linda tina.
Sin quererlo, sus ojos la recorrieron de arriba a abajo, y sí, realmente le gustaba la forma en que ella llenaba esos pantalones flojos.
Mierda. La deseaba, y no de buena manera. La quería desnuda y debajo de él, con las piernas completamente abiertas, su sexo tomándolo dentro mientras el bombeaba, duro.
Aclarando su garganta, dijo bruscamente, —¿Puedo invitarte a cenar? Sé que es un poco temprano, pero tengo hambre.
De ella. A la mierda con la comida.
Enderezándose, ella lo miró, y agradeció tener puestos los lentes que le había prestado. Nada bueno podía salir de lo que sin duda estaba en sus ojos. La lujuria no era apropiada, no en estas circunstancias…
Hey, mírenlo. Podía ser un asesino ocasional, pero al menos tenía algún sentido de decencia.
—Sí. — Ella sonrió un poco—. Seguro. Podría comer algo.
Mientras Matthias se acercaba al escritorio armable y lo rodeaba para tomar el menú de servicio al cuarto, se decía a si mismo que estaba haciendo justo lo que Jim Heron le había sugerido: mientras estuviera con ella, sabría que estaba bien.
Porque podría no conocer su pasado, pero estaba seguro de una cosa.
Moriría por proteger a esta lista, amable mujer… y su perfecto trasero.
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Mensaje por FRANCESCA22 Jue Jun 27, 2013 1:28 pm

gracias por un nuevo capitulo!!!!!!!!
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Mensaje por Invitado Jue Jun 27, 2013 4:36 pm

Gracias por el capi :) ranguitos

Siii ya empezamos con la lujuria, cuanto tardaran? dos, tres o cuatro capis?!?!?!
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Mensaje por Invitado Jue Jun 27, 2013 5:44 pm

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Mensaje por maka.mayi Jue Jun 27, 2013 11:44 pm

Jajaja pero olvidan el detalle de que ya sabes el no puede ya sabes, no he podido entender xq tiene ese problema :| no ENTIENDO... o sea si el quiere y ella quiere (?) pero neeei nada que se le... ustedes entienden lo que digo?
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Mensaje por Invitado Vie Jun 28, 2013 12:57 am

Gracias!!!
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Mensaje por Invitado Vie Jun 28, 2013 11:06 am

maka.mayi escribió:Jajaja pero olvidan el detalle de que ya sabes el no puede ya sabes, no he podido entender xq tiene ese problema :| no ENTIENDO... o sea si el quiere y ella quiere (?) pero neeei nada que se le... ustedes entienden lo que digo?

 Creo que te entiendo, pero estas segura? Porque no recuerda nada sobre que no pueda pq al principio del libro Devina le hace un trabajito en el hospital o me estoy equivocando?

Tal vez él piensa que no es el adecuado para ella y recordemos que todavia falta por llegar el asesino
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Mensaje por Invitado Sáb Jun 29, 2013 12:00 am

gracias por los capitulos... al fin me puse al dia .. hacen un excelente trabajo y las felicito...!!


yo tengo los 3 libros anteriores me los compré por que me encanta esta autora y sobre todo esta saga pero tanto como me gustaria esperar por comprarme este no tengo tanta paciencia para no leermelo ahora q lo estan traduciendo...
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Mensaje por Invitado Sáb Jun 29, 2013 12:13 am

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Mensaje por Invitado Sáb Jun 29, 2013 10:05 am

aranoi escribió:
maka.mayi escribió:Jajaja pero olvidan el detalle de que ya sabes el no puede ya sabes, no he podido entender xq tiene ese problema :| no ENTIENDO... o sea si el quiere y ella quiere (?) pero neeei nada que se le... ustedes entienden lo que digo?

 Creo que te entiendo, pero estas segura? Porque no recuerda nada sobre que no pueda pq al principio del libro Devina le hace un trabajito en el hospital o me estoy equivocando?

Tal vez él piensa que no es el adecuado para ella y recordemos que todavia falta por llegar el asesino
no tiene ningun problema solo ke no s considera mas apto pa ella
tenes razon sobre lo d devina si ke le izo un trabajito alprincipio del libro
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Mensaje por Invitado Dom Jun 30, 2013 4:03 pm

Me pican los ojos por leer y espero tener tiempo en algún momento, pero también tengo la imperiosa necesidad de esperar hasta que salga el doc final... Porque sé que las chichas que han estado trabajando en este proyecto, nos van a sorprender :)
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Mensaje por maka.mayi Miér Jul 03, 2013 12:31 pm

Lety7415 escribió:
aranoi escribió:
maka.mayi escribió:Jajaja pero olvidan el detalle de que ya sabes el no puede ya sabes, no he podido entender xq tiene ese problema :| no ENTIENDO... o sea si el quiere y ella quiere (?) pero neeei nada que se le... ustedes entienden lo que digo?

 Creo que te entiendo, pero estas segura? Porque no recuerda nada sobre que no pueda pq al principio del libro Devina le hace un trabajito en el hospital o me estoy equivocando?

Tal vez él piensa que no es el adecuado para ella y recordemos que todavia falta por llegar el asesino
no tiene ningun problema solo ke no s considera mas apto pa ella
tenes razon sobre lo d devina si ke le izo un trabajito alprincipio del libro

Supongo que voy un poco más adelantada en la lectura que ustedes jajaja
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Mensaje por maka.mayi Miér Jul 03, 2013 12:33 pm

Les vengo a avisar que estaré ausentandome, si han leído el mp de Pamee creo que sabrán que tengo poco tiempo para entrar, si estoy ahorita aquí es xq me estoy tomando unos minutos para leer que tal va el foro y así, para reportarme como medio desaparecida...

Comencé nuevamente las clases y ahorita estoy haciendo muchos trabajos xq no quiero atrasarme, llevo 1 semana de clases y ya estoy hasta el cuello con trabajos, pruebas y prácticas :|
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Mensaje por Invitado Jue Jul 04, 2013 10:15 am

maka.mayi escribió:Les vengo a avisar que estaré ausentandome, si han leído el mp de Pamee creo que sabrán que tengo poco tiempo para entrar, si estoy ahorita aquí es xq me estoy tomando unos minutos para leer que tal va el foro y así, para reportarme como medio desaparecida...

Comencé nuevamente las clases y ahorita estoy haciendo muchos trabajos xq no quiero atrasarme, llevo 1 semana de clases y ya estoy hasta el cuello con trabajos, pruebas y prácticas :|

Okis, no pasa nada :)

Tendre paciencia y suerte con todo :D
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Mensaje por Invitado Jue Jul 04, 2013 10:24 am

Claro, necesitas tiempo para aprender bien la tortura verdad???? jajjajaj
lo cierto que la estoy pasando mal con mi dentista, y me desquito contigo!
hablando en serio, mucha suerte, y tranqui que aqui estaremos!!
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Mensaje por maka.mayi Sáb Jul 06, 2013 7:34 pm

kendra escribió:Claro, necesitas tiempo para aprender bien la tortura verdad???? jajjajaj
lo cierto que la estoy pasando mal con mi dentista, y me desquito contigo!
hablando en serio, mucha suerte, y tranqui que aqui estaremos!!

Me encanta que me entienda, son unos amores ;) bueno si consigo como darle internet a mi computadora (donde tengo los caps, este fin de semana ya les subo otro capítulo...

Ps siii estoy aprendiendo muchas más torturas ahora fijate jajaja pronto comenzaré a torturar a niños pequeños, luego a adultos desamparados!! muahahaha
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Mensaje por Invitado Dom Jul 14, 2013 10:25 am

Graaaaaacias por las actualizaciones
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Mensaje por Invitado Dom Jul 14, 2013 8:48 pm

Gracias por todo tu trabajo:muajiji:
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Mensaje por Invitado Lun Jul 15, 2013 10:46 am

gracias x los capis Rapture (Ángeles Caídos 4) - J.R. Ward - Página 5 36121
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Mensaje por Invitado Miér Jul 17, 2013 10:54 am

Dgn
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Mensaje por Invitado Jue Jul 18, 2013 3:56 pm

Gracias por los capitulos. Ojala suban mas, pronto :D
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Mensaje por Invitado Sáb Jul 20, 2013 12:56 am

Rapture (Ángeles Caídos 4) - J.R. Ward - Página 5 1245039095 Rapture (Ángeles Caídos 4) - J.R. Ward - Página 5 692914  disculpen pero seguirán con la traducción de este libro... ???  ha pasado tanto tiempo que ya ni se por eso les pregunto.... por fis..!!
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Mensaje por maka.mayi Sáb Jul 20, 2013 1:51 am

Linda forma de preguntar, jajaja pues si la traducción está completa, se está corrigiendo así que traducción no hace falta...

Y si subiré capítulo justo ahora, xq no he tenido tiempo de entrar a subirles nada xq estoy ocupada con la universidad...
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Mensaje por maka.mayi Sáb Jul 20, 2013 1:59 am


Capitulo Diecisiete

Traducido por Hishiru
Corregido por Caliope Cullen

Mels finalmente consiguió terminar una orden de papas fritas.
Vinieron con una hamburguesa que estaba perfectamente hecha a término medio, un trozo de pepinillo que al morderlo hacía un zumbido en sus senos paranasales, y una Coca-Cola helada que estaba justo salida de un comercial, con el cristal helado y todo.
Sobre la consola de caoba, la televisión estaba encendida en el canal WCLD, la asociada local a la NBC, las noticias de las cinco empezaban sus informes.
—Tengo que decir, —murmuró ella, recogiendo la última fritura y pasándola a través de una mancha de ketchup—, que estas son mucho mejores que las de Riverside.
Sobre la cama, Matthias estaba trabajando en su sandwich, pero ella se dio cuenta que él la estaba mirando. Incluso a través de las gafas oscuras.
Él hizo eso mucho, sus ojos permanecían en ella como si le gustara su forma de moverse, aún cuando estaba sentada—y por alguna razón, eso lo hizo verse aún más sexy... hasta el punto en que ella se preguntó cómo sería tenerlo sin ningún obstáculo.
La mirada, eso era.
Sin los Ray-Ban, quería decir…
Rayos, se estaba poniendo nerviosa.
—Sabes, puedes quitártelas, —dijo en voz baja—. Los lentes.
Él se quedó helado. Y entonces continuó masticando. Después de que tragó, dijo: —Me siento más cómodo con ellas.
—Está bien, haz lo que quieras.
Él no había dicho nada acerca de su búsqueda de Jim Heron, o cómo él había encontrado la dirección en la que se encontraron. Él sólo se metió en el coche de Tony y dejó que ella lo condujera hasta aquí.
Ella no iba a discutir con el cambio de rumbo.
—¿No tienes a nadie esperando en casa por ti? —dijo él casualmente.
—Ah, no realmente. No hay mucho de vida personal, me temo.
—Sé como es eso. —Se detuvo—. Mierda, realmente… sé sobre esa parte.
Ella esperó a que terminara. Pero, él se quedó sentado mirando su plato de comida a medio comer como si la cosa fuera un televisor.
—Dime. —dijo ella.
Él se encogió de hombros. —Ninguna esposa. Ningún hijo. Nadie permanente. Es por eso que nadie me busca, bueno, al menos no en un sentido familiar.
—Lo siento. ¿Qué hay de tus padres?
Matthias se estremeció y luego pareció recomponerse.
—¿No? —pidió ella.
—No tengo nada sobre ellos.
En el silencio que siguió, ella hizo el trabajo de recoger su bandeja y ponerla en el pasillo. De vuelta en el interior, sabía que era hora de irse.
Probablemente, el momento de dejarlo ir, también.
Jim Heron estaba muerto, al menos según los archivos no-tan-antiguos del CCJ, o por esa maldita lápida-o-tumba rutinaria. Ella había encontrado su domicilio a través de una de las fuentes que había comentado sobre la historia, pero por supuesto, él no había estado allí.
Un dolor de cabeza apretó sus sienes, pero el dolor no duró mucho mientras cambiaba sus pensamientos a Matthias Hault. Él estaba a salvo aquí, recuperándose, y cuando llegara su memoria, él era el único que podía llegar al fondo de esto. Había hecho lo que podía en términos de conseguir los conceptos básicos de él; aparte de eso... ella podría hasta pagar si él la demandaba, aunque no parecía que eso estuviera en las cartas.
Claro, había algo extraño en esa casa que supuestamente era ‘suya’, y algunas cosas que no tenían sentido, como exactamente quién había estado en ese garaje, pero si ella no lo ponía en el papel, los detalles realmente no eran asunto suyo.
Mels se acercó a la cama y se sentó al pie de ella. Mientras él ponía la bandeja a un lado y la miraba, ese eje pasó a través de ella otra vez.
Se sintió atraída sin duda.
Especialmente aquí en esta habitación, donde estaban solos. Sólo que ella realmente no estaba buscando ese tipo de complicación.
—Será mejor que me vaya, —dijo ella, buscando su rostro.
—Adelante, —susurró, mirándola a los ojos a través de sus gafas de sol.
Ninguno de los dos se movió, el cuerpo de él, largo y esbelto, tan quieto como lo estaba el de ella.
Dios... quería que él la besara. Lo cual era una locura…
—Tú me haces... —Matthias tomó una respiración profunda.
—¿Qué?
Moviéndose hacia adelante, extendió la mano y le rozó la cara. —Me haces querer ser diferente.
El toque detuvo su corazón; para luego acelerarlo. —Creo que eres un hombre mejor de lo que tú crees.
—Y eso es lo que me aterra.
—¿La idea de que estés bien?
—No, de que tú creas que lo soy.
Mels apartó la mirada brevemente y se preguntó qué demonios estaba haciendo en esta habitación de hotel con él... sentía como si deseara que ambos perdieran sus ropas junto con sus inhibiciones. Pero, maldita sea, ambos eran adultos, y estaba realmente cansada hasta la mierda de vivir una vida a medias, de querer las cosas que no tenía, de escatimar en sus sueños y conseguir poco o nada a cambio.
Quería ser estrepitosa, de nuevo. De la forma en que había sido antes de que las cosas cambiaran, que llegara a Caldwell y se redujera... a ella misma.
Con el ceño fruncido, se preguntó cuánto tiempo se había sentido así.
Y entonces...
No estaba segura de lo que la hacía actuar ¿era su voz? ¿Sus ojos, que no podía ver, pero que podía sentir? ¿Su orgullo arraigado mezclándose con una agitada duda propia?
¿Su cavernícola interior?
Cualquiera que fuese la motivación, Mels puso sus labios contra los suyos. Brevemente, castamente. Fuertemente.
Cuando ella se retiró, él pareció aturdido. —Más fuera de control, ¿eh?, —dijo ella en voz baja.
—Tienes un truco para... sí.
Bueno, ella se había sorprendido también. Pero simplemente no podía pensar en una razón para luchar contra la atracción que tenía hacia él. La vida era corta... y después del último par de años, tenía más miedo de no correr riesgos ahora, que de volar por un tiempo y estrellarse contra una bola de fuego hacia la tierra.
—¿Te importa si termino lo que empezaste?, —dijo él con un gruñido.
—Demonios... no.
Con esa nota propia de una dama, la mano de Matthias se deslizó por la parte trasera de su cuello y la jaló hacia adelante, asumiendo el control, tomando el control. Y en el segundo antes de que él tuviera su boca sobre la suya, pensó que era increíble que ellos fueran relativamente extraños, pero la esencia de él era mejor en el contexto o el tiempo: se sentía segura con este hombre misterioso, a pesar de que toda su retórica decía lo contrario.
Y santo cielo, ella lo quería.
Parecía que era mutuo.
Matthias la besó con fuerza y la dejó ir; luego volvió a ella, como si no hubiera sido suficiente. Mientras su lengua entraba en ella, él mantuvo el beso, sujetándola contra su boca, inclinando su cabeza, inclinando la de ella. Con el calor inundándola donde no había estado durante tanto tiempo, ella estaba quemándose, loca y salvajemente, y pensó, que esto era exactamente lo que necesitaba. Esto, justo aquí, con él.
Sexo aquí en esta habitación, en esta cama. Con él.
De repente, Matthias se echó hacia atrás, como si necesitara recuperar el aliento.
—¿Tienes el hábito de besar a tus historias?, —preguntó él con voz ronca.
—No eres una historia. Estamos extraoficialmente, recuérdalo.
—Buen punto. —Sus ojos se posaron sobre su cuerpo—. Te quiero desnuda.
Mels sonrió lentamente. —No es exactamente una noticia de última hora teniendo en cuenta la forma en cómo me besaste.
Con un gemido, volvió a ella otra vez, colocándola sobre el colchón, rodando encima de ella. Hombre, antes de su ‘accidente’, debió haber sido físicamente dominante con las mujeres, no en una forma de violación; ella no sentía coacción o la sensación de estar atrapada. De forma animal era el mejor modo de describirlo.
Especialmente cuando su pierna separó las de ella, y su muslo empujó dentro de su sexo.
Mels se agitó contra el peso de su pecho, y puso sus brazos alrededor de él.
Con un cambio sutil, la mantuvo a raya, y luego se detuvo por completo. Mientras él se alejaba, moviéndose lejos, había tensión en su rostro y su cuerpo—y no del tipo voy-a-saltar-sobre-ti.
—¿Qué?, —dijo ella con voz ronca—. ¿Qué está mal?

Ω

A medida que Matthias se arrastraba hasta el borde de la cama, sus pulmones ardían y quería golpear su cabeza contra una pared. Maldito él, pero allí estaba, con esta mujer hermosa y llena de vida que tenía todos los signos de una seria excitación sexual a su favor, y él estaba… dispuesto, pero no era capaz.
Él la quería. Pero no había mucho que pudiera hacer al respecto.
Pensando en esa enfermera, en ese trabajo manual del que no había sido parte, parecía una jodida broma cruel que su problema hubiera vuelto en estas circunstancias: la distancia entre él y su reportera era una que ninguna cantidad de besos iba a resolver. Lo mismo con tocar, oprimir o ponerla de espalda desnuda. Estaban del lado opuesto de la cripta otra vez; ella en la tierra de los vivos, él en un cementerio.
Por alguna razón, eso le hacía sentirse aún más desesperado por tenerla. Y con súbita claridad, sabía que en el pasado, había tomado a quien quisiera—y no había sufrido por falta de voluntarias. Pero eso no significaba que se hubiera preocupado por las hembras.
¿Mels, por otro lado? Era diferente. Ella era diferente.
Excepto que él nunca podría tenerla correctamente, no en la forma en la que su cuerpo se encontraba.
—¿Qué pasa? —dijo ella de nuevo.
Él no quería que ella lo supiera. Aun cuando lo averiguara más tarde, quería conservar la ilusión de que era un hombre de verdad un poco más. Suponiendo que la volviera a ver.
—No puedo creer que estemos haciendo esto, —esquivó. Lo cuál era verdad. Gran parte de todo este asunto, desde despertarse al pie de la lápida de Heron hasta el accidente con ella, no se sentía bien. Era como si las cosas se estuvieran alineando para él, como si su memoria se le hubiera sido arrebatada con un propósito.
—Yo tampoco —respondió ella, centrándose en su boca como si quisiera un poco más.
Ella no lo atacó como el tipo de mujer que tiene encuentros al azar. No se vestía como una puta, ni se movía o actuaba como una. Ella se mostraba con dudas pero abierta, como si hubiera sido bastante tiempo para ella, pero queriendo que las cosas realmente sucedieran.
Dile que se vaya, pensó. Dejando la impotencia a un lado, había muchas otras razones por las que no debieran estar juntos esta noche. O nunca.
Estirándose junto a ella otra vez, puso la mano alrededor de su cintura y la atrajo hacia él, pero no demasiado cerca. No contra su cadera.
Dios, ella olía bien.
Y todos los sentimientos estaban ahí en su cuerpo, el calor envuelto en su pelvis, su corazón latiendo fuerte, sus brazos y piernas parecían aún más fuertes de lo que habían sido. Aunque, su polla no estaba en el programa.
Pero tal vez eso era mejor porque necesitaba decirle…
—¿Puedo hacerte sentir bien? —le espetó él.
Bueno, eso se supone que debió haber salido como un ‘buenas noches’.
—Ya lo has hecho.
—Estoy jodidamente seguro de que puedo hacerlo mejor.
—Bueno, nada está más lejos de mi intención que interponerme en el camino de la excelencia.
Mientras él la acercaba y volvía a besarla, se preguntó cómo se vería ella con su camisa abierta y sin brasier, los pechos listos para su boca, la suave piel de su estómago dirigiéndolo hacia otro territorio.
Esto era increíblemente bueno, todo esto, y parecía tan nuevo para él… y no sólo porque nunca había estado con Mels antes. Se sentía como si nunca hubiera estado con nadie. Por otra parte, en cuanto el concernía a su memoria... no había habido nadie antes que ella…
De la nada, una imagen se deslizó a través de sus sentidos. Él y una mujer de piel lisa y oscura, contra la pared. Tenía su mano alrededor de su cuello y sus piernas alrededor de sus caderas, y estaba golpeando la siempre-amorosa mierda de ella.
Matthias se echó hacia atrás. Todas las imágenes inundando su mente de una sola vez, una línea cronológica de cada mujer con la que había estado, jóvenes cuando él había sido joven; más viejas cuando creció, y luego una serie de mujeres extremadamente nerviosas, más agresivas.
Se vio con todas ellas, su cuerpo fuerte y entero, sus emociones claras y despejadas, su corazón frío como una piedra. Vio a las mujeres, desnudas o vestidas a medias, armadas y desarmadas, llegando en grandes estallidos de contorsión.
—¿Qué estás recordando?, —preguntó Mels confusamente.
Abrió la boca para hablar, pero el asalto de nombres-caras-lugares era un diluvio del que no podía salir, el ataque obstruyendo sus neuronas, dejándolo casi inconsciente. Y mientras se hundía, se recostó sobre las almohadas, sin ser por más tiempo el dominante.
Se llevó las manos a la cabeza y maldijo.
—Voy a llamar a un médico…
Matthias la sostuvo, capturando su muñeca. —No. Estoy bien.
—Demonios, no lo estás.
—Sólo dame un minuto.
Respiraba entrecortadamente y decidió intentar abandonar la lucha. Esta era la respuesta correcta; en lugar de chocar contra él, los recuerdos pasaron a través de él en un proceso tranquilo de revelación. Por lo menos... hasta el final. El último recuerdo fue de él con un… ¿monstruo de algún tipo? Debía ser una pesadilla que había tenido... pero, oh, Dios, ella era horrible, y como una manera de apropiarse de él lo llevaba a un calabozo en la base de un pozo largo y negro…
El pánico actuó como un cable de seguridad, golpeando a Matthias tan fuerte que lo jaló desde el pecho, su torso se contrajo de forma apretada. Pero mantuvo su agarre en la muñeca de Mels, asegurándose de que se quedara con él en lugar de tomar el teléfono.
—Por favor, —le oyó decir.
—Ningún... doctor... ahora se está desvaneciendo...
Eventualmente, la soltó, se quitó las gafas de sol y se frotó los ojos. —Uno pensaría que cuando las cosas volvieran, serían lentas y fáciles.
—¿Puedo por favor conseguirte un poco de atención médica? —Ella trajo una carpeta y lo puso delante de su cara—. ¿Ves? Los servicios del hotel tienen un doctor-en-la-caja de guardia.
—No, honestamente, estoy bien. Fue sólo abrumador. Creo que daré por sentado lo mucho que guardamos aquí. —Él se tocó la cabeza—. Gran cantidad de información.
—¿De qué tipo de información estamos hablando?
Él apartó la mirada. —Bueno, definitivamente no soy virgen. Y vamos a dejarlo ahí.
—Oh.
Hubo un tramo incómodo de silencio. Y luego Mels se aclaró la garganta.
—Sabes qué, creo que debería irme.
—Sí.
Ella se levantó de la cama. Cogió su abrigo. Se lo puso. —Antes de que me vaya... —Se acercó y escribió algo en la libreta pequeña de la mesita de noche—. Aquí está mi número de celular otra vez.
Un sonido de timbre salió de su bolsillo.
—Hablando del diablo, —murmuró él, mirándola acabar de anotar los siete dígitos antes de contestar la llamada.
—¿Hola? —Su voz era fresca y profesional, y a él le gustaba como cambiaba sobre la marcha, ella podría tirarlo todo junto y muy rápido.
Por otra parte, le gustaba mucho esta mujer.
Mels frunció el ceño. —¿Dónde? ¿Tenemos un ‘quién’ en ella? ¿Cómo murió?... En serio. Sí, voy ahora mismo. Tengo el coche de Tony aún… sip. —Colgó y cogió su bolso—. Me tengo que ir.
—¿Algo sobre el periódico?
—Y mi jefe debió tener un cambio de corazón. Realmente me está enviando a la escena del crimen.
—¿Él no reconoce tus habilidades?
—No del tipo que espero que note, no. —Se detuvo en la puerta—. ¿Estás seguro de que estás bien?
—Siempre has sido una santa, —murmuró.
—No hasta que te conocí.
Justo cuando ella salía, él dijo: —Mels.
Ella giró la cabeza sobre su hombro, la luz de encima de la puerta caía sobre su rostro. A medida que sus ojos se encontraron, él habría cambiado cada uno de esos encuentros que acababa de ver por una sola noche con ella.
No voy a salir de esto con vida, pensó.
Así que si alguna vez tenía la oportunidad de besarla de nuevo, no se detendría. Y quién sabe, tal vez el segundo intento sería la vencida.
Suponiendo que no hubiera otro volumen de sus grandes-hits en ese DVD.
—Usa el cinturón de seguridad —le ordenó en voz baja.
—Llama a un maldito médico —lanzó de vuelta con una pequeña sonrisa.
Mientras la puerta se cerraba detrás de ella, él se maldijo. Y luego pensó en cómo se había sentido besarla.
Al mirar hacia sus caderas, se encontró deseando ser un hombre completo una vez más.
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Mensaje por maka.mayi Sáb Jul 20, 2013 2:01 am

Si ven algún error me lo hacen saber, soy humana jajaja y me equivoco muchas veces xD
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Mensaje por Invitado Sáb Jul 20, 2013 9:44 am

Muchas gracias :)

Para mi está perfecto. Espero que te esten llendo bien las cosas en la uni :D

Hasta el proximo capitulo :)
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Mensaje por maka.mayi Dom Jul 21, 2013 2:41 pm

Gracias :)

Si si espero que me vaya bien...
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Mensaje por Invitado Dom Jul 21, 2013 5:15 pm

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Mensaje por aurafer80 Lun Jul 22, 2013 10:35 am

Muchas gracias, estuvo genial, muero por leer el siguiente capitulo, mucha  suerte en la univerdidad :)
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Mensaje por Invitado Lun Jul 22, 2013 1:12 pm

muchas gracias x los capis Rapture (Ángeles Caídos 4) - J.R. Ward - Página 5 379404
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Mensaje por Invitado Jue Jul 25, 2013 2:34 am

Rapture (Ángeles Caídos 4) - J.R. Ward - Página 5 1700395001 gracias por el nuevo capitulo...!!!! por tu trabajo

ya con este se me acaba la ansiedad hasta el próximo capitulo jajaja
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Mensaje por Invitado Jue Jul 25, 2013 3:13 am

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Mensaje por Invitado Jue Jul 25, 2013 11:18 pm

Gracias!!!
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Mensaje por FRANCESCA22 Sáb Jul 27, 2013 4:00 am

muchas gracias por los capítulos!!
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Mensaje por Invitado Vie Ago 02, 2013 9:53 am

Gracias. Siguela. Me encanta!!!
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Mensaje por Invitado Vie Ago 02, 2013 8:40 pm

muchas gracias por el capi
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Mensaje por aurafer80 Vie Ago 09, 2013 5:21 pm

Rapture (Ángeles Caídos 4) - J.R. Ward - Página 5 4236159705 hola chicas alguna de ustedes sabe, cuando saldra el pdf de este libro muero de ganas por leerlo.
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Mensaje por maka.mayi Vie Ago 09, 2013 5:29 pm

No sabemos porque ya que estoy en clases se me dificulta bastante corregir... ya les vengo con otro capítulo :)
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Mensaje por Invitado Vie Ago 09, 2013 5:33 pm

Gracias por tu esfuerzo con el poco tiempo que tienes...
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Mensaje por maka.mayi Vie Ago 09, 2013 5:35 pm


Capitulo Dieciocho

Traducido por Mayra Alfaro
Corregido por Violet~

El bar en la recepción del Marriott fue nombrado en honor al propietario original del hotel, Algo-algo Sasseman. Al menos, eso fue lo que la mesera le dijo a Adrián con voz ronca y sensual mientras les tomaba a Jim y a él sus órdenes de cerveza. Ella encontró también una excusa para dejar caer la pluma e inclinarse a recogerla, y luego alejarse caminando contoneando las caderas como si recién hubieran estado en un Jiffy Lube para un súper-engrasado.
Por otro lado, el resto de la clientela aquí eran hombres de negocios con mirada lasciva que al parecer estaban en el equipo del Viagra, y ella era una PDT en sus veintitantos.
En la época en la que todavía estaba Eddie, hubiera ido tras ella en el instante.
¿Ahora? Archiva toda la cosa bajo “Mmh”.
Jim y él estaban sobre algo que estaba cubierto de cuero rojo y que sonaba cada vez que se movían como si estuvieran sobre un brinca-brinca. Sin embargo, la cosa era perfecta para sus propósitos: miraba hacia afuera por la gruesa apertura del bar hacia la recepción. Nadie entraría o saldría sin ser visto.
Aunque dado el radar de Jim, podrían haber mantenido rastreado a Matthias y esa mujer aún si se hubieran quedado estacionados en el patio trasero: el ángel se había asegurado de tocarlos a ambos, e incluso Ad podía sentir el hechizo indicador a través de los pisos del hotel. La pareja estaba seis pisos arriba, bien juntitos.
Hacía que uno se preguntara que era lo que estaban haciendo.
Probablemente jugaban Ludo .
Sí, claro.
Mientras los minutos pasaban y se convertían en una hora completa, la cháchara de fondo de los bebedores a su alrededor era lo único que llenaba el silencio. Las cervezas que tomaron se convirtieron en cena. El tiempo era… interminable.
Hombre, la inmortalidad podía ser una jodida puta cuando todo te importaba una mierda. Todo lo que tenías era tiempo. Genial, horas con enormes fauces que perpetuamente te masticaban con dientes desafilados, comiéndote vivo aunque te mantuvieras indemne.
Bien, vaya jodida fiesta la que tenía esta noche.
Y su humor no mejoraba en lo absoluto cuando se miraba las manos. La mancha negra que había visto en la ducha no había vuelto a aparecer, pero no podía evitar revisar cada segundo y medio para ver si regresaba. Hasta ahora, todo bien, excepto por toda la cosa de sentirse-como-muerto.
Era literalmente como si hubieran vaciado su cuerpo, no había nada más que espacio restante dentro de su caja torácica…
—Viene bajando —dijo Jim, terminándose la pulgada de cerveza tibia con la que se había estado cargando—. La mujer salió del cuarto.
Ad no se molestó con los restos de su trago. No le había gustado desde el principio.
Sin embargo, era mejor que la Coors Light.
—Te quedas con ella —dijo Jim, mientras entraban en la recepción—. No la quiero desprotegida.
—¿No es él el alma?
—Eso creo. Y asumiendo que lo sea, ella es la clave de esto.
—¿Estás seguro?
—He visto la forma en que la mira. Eso es todo lo que necesito saber. —Jim cabeceó en dirección a la reportera quién iba saliendo de los elevadores en la recepción—. Ve con ella. Voy a esperar a que Devina aparezca por aqui.
Ad no estaba interesado en quedarse endosado con la novia. Quería esperar al demonio. Quería pararse nariz-con-nariz con ella y rezar para que le hiciera otro comentario agudo sobre Eddie, así él podría demostrarle como ya no iba a conseguirlo nunca más. Y luego quería mirar en sus ojos ensanchados con la frustración y forzarla a atacarlo físicamente.
En ese momento podría terminar el juego. Pelear a muerte. Irse como un guerrero.
La perra sin duda lo vencería, pero ¡oh!, la alegría de arrancarle unos pedazos de carne. Y el alivio de que todo se terminara.
—¿Adrian? ¿Estás conmigo, hombre?
—Quiero quedarme aquí.
—Y yo te necesito junto a esa hembra. Necesita que permanezca viva el tiempo suficiente para influenciarlo. ¿Y si Devina huele esa maldita conexión que los atrae? Esa mujer va a terminar flotando en el Hudson… o peor.
Mientras Jim le clavaba los ojos, el subtexto estaba basado en la lógica… el más fuerte tenía que enfrentar al demonio, y ahora mismo ese no era Ad. Y no sólo porque no tenia los movimientos ostentosos extra de Jim.
—¿Quieres ganar? —Dijo Jim en voz baja—. ¿O quieres jodernos?
Ad maldijo y se alejó, enlazándose en el camino de la mujer y tomando posición de manera convencional, porque era muy conflictivo desaparecer delante de algún observador casual.
Mientras ella se dirigía a los elevadores del estacionamiento, la chica de Matthias caminaba como si estuviera en una misión, y él le envidió la determinación. No le envidió su vehículo cuando lo vio. El pedazo de mierda tenía un motor y un techo, además de eso, no había mucho que recomendar de la cosa.
Entre mierdas y risitas tontas, se desapareció hacia el asiento trasero, y sobre lo que resultó ser una librería del congreso lleno de papeles viejos y revistas. Las buenas noticias eran que ella escogió ese momento para encender el motor, pero aún así oyó el ruido de su invisible trasero comprimiendo incontables páginas de periódico. Ella giró rápidamente su cabeza, miró fijamente en el espacio que él estaba tomando, y para ser considerado, le envió un pequeño saludo, a pesar de que en lo que a ella concernía, estaba sola en el maldito auto.
—Estoy volviéndome loca —musitó mientras se dirigía hacia la calle y se marchaban.
Era una buena conductora. Rápida con el acelerador, eficiente en su planificación de ruta.
Terminaron en la parte oeste del centro de la ciudad, en un motel que estaba a un paso por encima de una caseta para perros. Después de que salieron, él permaneció invisible, ella claramente a la caza, se unieron a una convención de policías y reporteros quienes estaban concentrados en una habitación a la izquierda…
Adrián frunció el ceño y se conectó abruptamente en la situación. Mientras la mujer de la que era responsable se acercaba a las insignias que sostenían la cinta amarilla que marcaba la escena del crimen, él se movió con ligereza sobre la endeble barricada y se unió a la multitud atareada en la puerta.
¿Qué demonios? Pensó para si mismo.
Devina estaba por todo el lugar, su hedor residual permanecía en el ambiente como si un camión de basura hubiera descargado y dejado un vertedero de flojo-y-jugoso por todo el lugar.
Adrián se adentró y tuvo que cubrir su nariz para evitar arcadas debido a la pestilencia que no alcanzaban a percibir los senos nasales humanos.
Hola, chica muerta.
Al extremo opuesto de cuatro o cinco policías, un cuerpo se veía a través de la puerta abierta del baño: piernas pálidas, tatuajes en los muslos, ropa que estaba enredada alrededor de su cuerpo como si hubiera estado forcejeando. Su garganta había sido rajada, la sangre empapaba la brillante cosa que obviamente ella había considerado como una blusa, así como también el azulejo desconchado sobre el que estaba tumbada.
Era rubia, gracias a L’Oréal: los residuos del estuche del colorante estaban sobre la encimera y unos guantes de plástico morados tirados en la basura. Su pelo estaba liso, gracias al secador Conair y un pequeño cepillo que tenía mechones oscuros en el centro y otros más claros en las puntas de las cerdas.
—Maldita seas, Devina —musitó Ad.
—¿Ya llegó la fotógrafa?—ladró un hombre que parecía cansado.
Los del DPC se miraron unos a otros, como si no quisieran darle malas noticias.
—Todavía no, Detective de la Cruz —dijo alguien.
—Esa mujer me vuelve loco —refunfuñó el tipo, levantando su teléfono celular y empezando a pasearse.
Mientras los uniformados se agrupaban alrededor del detective como si quisieran mirar como le mascaban el trasero a la fotógrafa, Adrian aprovechó el tiro despejado hacia el baño entrando y poniéndose en cuclillas.
Esperando no encontrar nada, Ad levantó el dobladillo de la blusa empapada de sangre. —Oh, vamos…
Debajo de los brillos, la piel pálida del estómago había sido marcada con símbolos, runas que no estaban dirigidas a la persona que ella había sido, o al hombre o la mujer que la había encontrado, o a la familia que iba a llorar su pérdida.
Era un mensaje de Devina.
El cuál Ad se iba a asegurar que Jim nunca, jamás viera.
Echando un ojo hacia el puñado de uniformados alrededor del detective, Ad se aseguró que el interés en la llamada por celular le diera todavía algo de privacidad. Luego pasó la palma de su mano hacia adelante y hacia atrás sobre la carne que había sido marcada.
Afortunadamente, la piel todavía tenía algún remanente de vitalidad en sus células. Pero el removimiento era lento.
—…ven acá, ahora —escupió el detective—, o yo mismo tomaré las fotos. Tienes quince minutos para aparecer…
Ad frunció el ceño en concentración, poniendo todo lo que tenía en el esfuerzo. Las runas en algunos lugares fueron talladas cerca de un cuarto de pulgada de profundidad, y eran toscas, como si las hubieran hecho con un cuchillo dentado… o con una garra.
—Vamos… vamos… —miró sobre su hombro. La conversación había terminado, y el detective estaba regresando.
Quitando su mano, se levantó de un brinco, y luego recordó que todavía estaba invisible.
—¿Quién tocó el cuerpo? —Espetó el detective—. ¿Quién tocó este maldito cuerpo?
Mierda. La blusa estaba todavía levantada justo debajo de los pechos. No donde había estado antes. Y la piel estaba colorada de manera no natural, dada no sólo la raza étnica de la víctima, sino también a que estaba en proceso de descomposición. Aun así, el objetivo se había alcanzado y eso era más importante que cualquier confusión que fueran a tener los humanos adivinando que había sucedido.
¿A qué demonios estaba jugando ahora Devina?
—Esa perra —siseó Adrian mientras se alejaba—, va a pagar.

Ω

Jim se había hartado de observar a la gente en la recepción, pero se quedó donde estaba mientras caía la noche: Matthias todavía estaba en su habitación, y eso significaba que Jim seguiría con el date-prisa-y-espera.
Era la vida de un espía: espacios de total inactividad separados por estallidos de bailes de tap del estilo de vida-y-muerte.
Maldición, esto era justo como en los buenos viejos tiempos, que no habían sido buenos, y no se sentían ahora del todo viejos porque la historia anterior de Matthias no era la única en la que estaba pensando. Desde que su nuevo trabajo como ángel había entrado a empujones y tomado su vida, era como si todo lo que había sucedido antes hubiera sido eliminado, excepto que no era el caso. La distracción vital era como un tipo de amnesia; eso sin embargo no significaba que no tuvieras historia…
Mirando hacia el techo abovedado, frunció el ceño. Matthias estaba en movimiento.
Un minuto y medio después, las puertas del elevador se abrieron y el hombre salió hacia la recepción recargándose en su bastón, con los lentes oscuros puestos aunque era de noche. Alrededor, la gente lo notó, pero pensándolo bien, siempre había sido así, como si la energía de Matthias creara el efecto de un faro aún entre los que misericordiosamente no tenían ni idea.
Haciéndose visible, Jim se atravesó en el camino del tipo. —¿Una cita a altas horas de la noche?
Aquellas Ray-Bans dieron un repaso alrededor, pero ese fue todo el alcance de la reacción. —¿Haciendo de niñera?
—Sí, y no me pagan lo suficiente. —Jim cabeceó hacia las puertas giratorias de la entrada principal—. ¿Vas a algún lado?
—Nah, solo necesito aire fresco. Me siento… —Matthias arrastró una mano por su cabello—. Enjaulado. No puedo mirar más esas paredes… ¿Qué? ¿Por qué me miras de ese modo?
Antes de que Jim pudiera pensar una mentira dijo—: Eres mucho más humano ahora.
—¿Qué demonios se supone que significa eso?
Jim se encogió de hombros. —En realidad no importa. ¿Te molesta si voy contigo?
—¿Tengo opción?
—Siempre podrías tratar de dejarme atrás.
—No es amable burlarse de los lisiados.
—Muéstrame uno.
Matthias soltó una corta carcajada. —Bien. Haz lo que quieras.
Afuera, la noche era inconvenientemente cálida con una gruesa bruma sofocando el aire, la humedad colgando entre las nubes por arriba y el asfalto por abajo, como si no pudiera decidirse si ser un aguacero o no.
Sacando sus cigarrillos, Jim fumó y exhaló un chorro de humo. Entre la neblina, los Malboros y el resonante sonido de sus pasos en la acera, toda la maldita cosa era del tipo cine negro pero en la vida real… y eso fue especialmente cierto cuando se acercaron a un grupo de hombres que iban dando zancadas, o marchando, como era el caso.
¿Qué. Demonios?
Los seis bastardos estaban todos vestidos en cuero negro, lo que podría haberlos señalado como Góticos, excepto que la forma en que caminaban en formación detrás de su líder tenía toda la vibra de soldados profesionales.
Cuando iban pasando, Matthias y Jim se movieron hacia un lado, y el que iba al frente los miró de reojo.
Un horrible hijo de puta de seguro, con ojos que eran un pozo de agresividad.
Huh… en su antigua vida, Jim posiblemente los habría considerado candidatos para reclutamiento. Se veían como si pudieran matar lo que fuera o a quien fuera en su camino, especialmente el tipo al mando.
Pero ahora él era diferente. También Matthias, con un poco de suerte.
—Recordé algo —dijo su antiguo jefe; después de que el trecho de concreto fuera suyo de nuevo.
—¿Sí?
—Sólo mierda personal. Nada en lo que estuviera interesado.
Al convertirse el silencio tan predominante como la niebla, Jim jaló otra fumada y exhaló mientras hablaba. —¿Esperando que yo llene el vacío?
—Tú eras el que quería acompañarme. Podrías al menos ser de utilidad.
—Y yo que pensaba que era decorativo.
—No para mi, amigo. —Cuando Jim no comentó algo más, Matthias lo miró de reojo—. Pues, he estado pensando en ti.
—Espero que no de forma romántica.
—No, solían gustarme las mujeres. Mucho.
—¿Solían?
Matthias se detuvo y lo enfrentó. —Lo que quiero saber es…
A lo lejos al final de la cuadra, una figura salió hacia la banqueta con la facilidad de alguien entrenado para emboscar, y el arma que fue descargada en su dirección no hizo sonido alguno. Todo lo que Jim vio fue el breve fogonazo mientras la bala salía de la punta del silenciador.
Con una maldición embistió, empujando a Matthias hacia un callejón, la fuerza de sus noventa y nueve kilogramos barriendo al otro hombre fuera de sus pies, los dos yendo paralelos hacia el suelo en cámara lenta. En medio del vuelo, y con perfecta sincronización, sacaron sus armas, apuntando las bocas hacia el tirador y jalando los gatillos, y mientras los cartuchos salían de los silenciadores, Jim giró sobre si mismo de manera que aterrizaran en el pavimento húmedo con él abajo y Matthias utilizándolo de colchón.
No había tiempo de andar jodiendo, y no necesitaba decirle eso a su antiguo jefe, claramente las preferencias sexuales de Matthias no eran lo único que el tipo recordaba: estaba de pie y listo para salir corriendo a cubrirse detrás de una van que estaba retirada cerca de tres metros…
Más tiros les fueron disparados, sonando en el pavimento, en uno de los lados de la GMC, en el volante. El tirador los había seguido y estaba escondiéndose en las sombras mientras se acercaba.
Esa clase de sigilo era otro identificador. Su atacante vino hacia ellos sin hacer ruido, y no sólo porque estuviera usando la misma clase de automática con silenciador integrado como la que Jim tenía contra su palma: sin pasos, ni siquiera la respiración acelerada; este era un asesino entrenado, trabajando en su elemento.
XOps, pensó Jim. Tenía que ser.
Con otra maldición, miró alrededor buscando opciones. La van no era buena como refugio porque tenía un tanque de gas: sabía donde estaban las líneas en términos sobre los cuales podría sobrevivir, pero no estaba exactamente seguro donde cabía Matthias en la gama de intocable, así que una nube en forma de hongo sobre su cubierta no era una buena forma de probar esa mierda.
Tomando una de las armas de Matthias, ayudó a correr al tipo hacia la parte trasera de la GMC, y por loca suerte, la cosa estaba estacionada ante la entrada trasera industrial del hotel, el par de horribles puertas de acero incrustadas en el ladrillo. Jim fue directo a las manijas, cogiéndolas y girándolas. Cerradas. Duh.
Yyyyyy que se joda todo.
Lanzándole una ráfaga de energía al metal, voló el mecanismo de cierre y empujó su hombro sobre los paneles reforzados. Al ceder el par con un chirrido, Matthias se congeló, su respuesta fue tan rápida como si hubiera sido entrenado para reaccionar al temor.
Jim arrastró al hombre hacia adentro junto con él y cerró de un portazo. Empujando hacia adelante a Matthias, golpeó el acero con otra ráfaga de calor, más larga y más fuerte que la anterior, poniendo una soldadura rápida en la zona para comprarles algo de tiempo para escapar.
La buena noticia era que había funcionado, y su antiguo jefe estaba muy ocupado revisando su cargador para notar el juego de manos.
Con el bastón en una mano y la automática en la otra, Matthias recuperó el control de si mismo. —Por ese camino —ladró como si estuviera a cargo—. Tiene que haber una salida.
Prefiriendo eso que entrar en un tira-y-afloja, Jim se encaminó, enganchando otra sujeción bajo la axila de Matthias y volviendo otra vez a medio jalarlo. Mientras iban arrastrando los pies, mantuvo un ojo sobre su hombro.
No se necesitaba ser un genio para adivinar quién era el objetivo. Matthias había sido la antigua cabeza de los XOps, y había “muerto”. El procedimiento era tener confirmación visual del cuerpo, y dado que Isaac Rothe se había deshecho de los restos, nadie había sido capaz de identificarlo.
De algún modo, habían descubierto que Matthias estaba de pie y dando vueltas por Caldwell.
¿Tal vez Devina tenía a “alguien” dentro de la organización?
—¿Cerraste la puerta detrás de nosotros? —resopló Matthias.
—Sí. —Pero había buenas posibilidades de que el asesino fuera a tener que…
La explosión fue corta y suave, algo más que un destello de luz. Y luego ese chirrido se oyó otra vez cuando el atacante irrumpió en el corredor.
Hacia adelante no había puertas. No había donde cubrirse. Era un tiro recto tan lejos como podía ver.
Como si Matthias y él tuvieran un sólo cerebro, giraron en redondo y ambos jalaron los gatillos, vaciando todo lo que tenían. Las balas rebotaban alrededor mientras el atacante les disparaba en respuesta, y sin que fuera necesario aclararlo, Jim empujó a Matthias detrás de él y usó su propio cuerpo como un escudo.
Un par de balas dieron en el blanco, el escozor no era agradable, pero nada que pudiera matarlo o que particularmente necesitara su atención. Y entonces Matthias y él se quedaron sin munición.
Así como el atacante.
Hubo una breve pausa, que era un fuerte y claro “AHORA RECARGANDO”, y Jim no tenía otra opción que volver a escapar. Los hechizos de protección eran geniales contra los subordinados de Devina; no eran del todo realmente efectivos contra el principal veneno del ataque de una Remington, manteniendo su cuerpo como un bloque, escogió un lado del corredor y se movieron endemoniadamente rápido. Mientras iban pasando pilas de sillas para banquetes, Matthias ayudaba tanto como podía, pero con el daño que tenía en la parte inferior de su cuerpo, hubiera sido mejor para él permanecer quieto para poder cargarlo.
No era como si tuvieran tiempo para discutir la etiqueta del peso muerto.
Habían avanzado cerca de tres metros cuando Jim se percató que ya no les estaban disparando.
Ningún profesional habría tardado tanto en cambiar su cargador. ¿Qué demonios…?
En ese momento, percibió la presencia de Devina, tan seguro como si hubiera pasado una sombra sobre su propia tumba.
Jodidamente fantástico.
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