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The Water Wars - Cameron Stracher

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Mensaje por Pamee Vie Jun 17, 2011 6:03 pm

The Water Wars - Cameron Stracher The-Water-Wars

Bienvenidos a un futuro donde el agua es más valiosa que el oro o el petróleo, y algo por lo que vale la pena matar.
Vera y su hermano Will viven bajo la sombra del Gran Pánico, en un país que se ha colapsado por una catástrofe ambiental. Los gobiernos acaparan el agua, los ríos están condenados, y las nubes han desaparecido del cielo. Pero entonces Vera se hace amiga de Kai, que parece tener un acceso ilimitado a agua fresca. Cuando Kai desaparece de repente, Vera y Will se embarcan en un peligroso viaje en su busca, perseguidos por piratas, grupos paramilitares y compañías avariciosas.


Última edición por Pamee el Mar Jul 26, 2011 2:34 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Pamee Dom Jun 19, 2011 12:23 am

Capítulo 1
Traducido por Dany
Corregido por Pamee

El año anterior a que él se uniera a la Reformación, cuando aún tenía diecisiete años, mi hermano Will logró el puntaje más alto en la cabina YouToo! del centro juegos de azar. Fue un récord que se mantuvo por años, y había mucha gente que pensaba que jamás se rompería, aunque finalmente sucedió. Pero para entonces a mi hermano no le importaba; había encontrado cosas más importantes que hacer que perder el tiempo con juegos en los que ganar solo significaba que tendrías que volver a jugar.
Vivíamos en una época de sequía y guerra.
Los grandes imperios habían caído y se dividieron. La tierra estaba reseca y hambrienta de humedad, los hombres que vivían en ella luchaban por cada gota. Afuera el viento aullaba como si estuviera herido. Adentro, nuestra piel estaba escamosa, y nuestros ojos picaban y quemaban. Nuestras lenguas eran como gruesas serpientes durmiendo en una oscura tumba.
Es por eso que jamás olvidaré la primera vez que vi a Kai. Estaba de pie en la carretera bebiendo un vaso de agua como si nada le importara, en una vieja taza plasteno. Podría haber cualquier cosa en esa taza: bacterias, o virus o cualquiera de las otras cosas venenosas de las que te enseñaban en la escuela. Los hombres habían cavado tan hondo en la búsqueda de agua que la sal se había filtrado en los pozos, y enfermedades sin nombres vivían en lo que quedaba. Sin embargo, a Kai no parecía importarle. Bebió agua como si fuera la cosa más sencilla del mundo. Supe que era agua porque cuando acabó, hizo algo extraordinario: dio vuelta la taza y derramó las gotas restantes en el polvo.
“¡Hey!” le grité. “¡No puedes hacer eso!”
Me miró como si no supiera que yo era la única otra persona en la carretera desierta.
Era aproximadamente de la misma edad de Will. Ambos tenían ese cuerpo de muchacho desgarbado que yo sólo había comenzado a reconocer: huesos de la cadera y muñecas, torso y vientre planos. Sin embargo, mientras que Will y yo teníamos el cabello oscuro y fino, Kai era rubio, con piel que brillaba con el sol de la mañana. Sentí ganas de pasar las yemas de mis dedos sobre sus suaves antebrazos, sentir la extraña suavidad contra mis uñas desiguales, que nunca había dejado crecer el tiempo suficiente para pintarlas como lo hacían las otras chicas.
“¿Quién dice que no puedo?” me preguntó.
Desperdiciar el agua era ilegal. Había multas e incluso penas en prisión por exceder las cuotas, pero este muchacho me miraba como si nada de eso le preocupara.
“Simplemente no puedes,” le dije.
“Eso es algo que diría un agitador.”
“Porque es cierto.”
“¿Cómo lo sabes?”
“Lo sé, y eso es todo. Mira a tu alrededor ¿Ves agua aquí?”
“Hay un montón de agua,” respondió el chico.
“Sí, en el océano.”
“No se pude beber agua salada,” dijo como si yo no lo supiera.
Miré el camino polvoriento. Sin señal de vida en ningún lugar, solo cerros con cicatrices de viejos incendios y la arena que soplaba en el terreno vacío donde esperaba. Ni siquiera un lagarto o un insecto se movían. Una vez hubo una fila de tiendas junto al terreno, pero ahora todo lo que quedaba eran esqueletos que los carroñeros no habían vendido como trozo. Aislantes rasgados y cables sueltos pendían como nervios de aluminio agujereados. Cuando el viento soplaba hacían un sonido como de lamento.
“¿Por qué no tienes tu pantalla, de todos modos?”
Un nuevo estudiante debería llevar aunque fuera un bloc de notas su primer día de clases, pensé.
“No voy a la escuela.”
“¿Eres un cosechador?”
“Mi padre dice que no tengo que ir a la escuela.”
Todo el mundo iba a la escuela, excepto los hijos de los cosechadores que perseguían las nubes del cielo. Trabajaban hasta que cumplieran los dieciocho— entonces conseguías trabajo, te unías al ejército, o trabajabas para las Autoridades de la Comisión del Agua, que era como quedarse en la escuela de por vida.
“Eres suertudo,” le dije.
“La escuela no es tan mala.”
Me gustaba la escuela, aunque no lo admitiría. Amaba aprender los detalles de las piedras brillantes, sus superficies duras e incrustadas dando pistas acerca de los materiales que podría haber en su interior. Me encantaban nuestros viajes de campo hacia las represas, donde las ruedas de tan grandes como casas enteras giraban lentamente en su lecho de silicio.
Lo mejor de todo, era descifrar el remolino de patrones de color púrpura de las tormentas y huracanes, y tratar de predecir donde, sobre la pradera marrón gris, sería golpearía el siguiente.
“¿Ellos te sacaron?” pregunté
Se encogió de hombros “No necesitaba ir más.”
Me asomé a la carretera de nuevo. El autobús estaba atrasado. A menudo llegaba tarde. A veces no llegaba y tenía que caminar de regreso a mi edificio, donde mi padre desenchufaría el viejo coche y conduciría hasta mi escuela en la ciudad. Will ya estaba ahí, una hora antes, porque tenía que buscar las cuencas vacías antes que el sol evaporara la pequeña cantidad de agua que recogían en forma de rocío.
El año pasado otras dos chicas viajaban en el autobús conmigo, pero un día dejaron de venir y jamás volvieron. Era aburrido esperarlo sola, así que daba la bienvenida a la distracción.
“Tengo un hermano,” dije. “Él pasó el examen físico de la armada.”
“Fácil.”
“Tenía que hacer cincuenta flexiones.”
“Yo puedo hacer cien.”
El chico se arrodilló como si fuese a empezar a ejercitarse en el polvo. El lugar donde había derramado su taza ya estaba completamente seco, ni siquiera se podía decir que había estado mojado.
Podía ver la banda elástica de su ropa interior y la piel lisa donde su espalda estaba al descubierto. Sin marca, ni arañazos o costras de cualquier tipo. Mis propias manos parecían una especie de mapa del tesoro, excepto que las líneas no conducían a ninguna riqueza.
“Soy Vera,” le dije a su espalda.
“Kai,” dijo poniéndose en pie.
“¿De dónde sacaste el agua?”
“Tengo un montón de agua.”
“¿Eres rico?”
“Supongo que sí.”
“¿Y sales afuera solo?”
“¡Já! Me gustaría verlos tratar de hacerme algo.”
No tenía claro de quien estaba hablando, pero no creo que Kai, o cualquier chico, pudiera levantarse contra los bandidos y soldados que amenazaban nuestra ciudad, sin importar cuantas flexiones pudieran hacer.
“¿Estás esperando a alguien?” Le pregunté
“Iré a un sitio de limpieza. ¿Quieres venir?”
“Tengo que ir a la escuela.”
“Y, ¿después de la escuela?”
Le dije que lo intentaría, pero sabía que mi padre no me dejaría. A él no le gustaba me fuera a cualquier lugar luego de la escuela, menos con este muchacho o con ningún otro. Era peligroso andar con extraños. El año pasado hubo un virus y tres chicos de nuestra clase murieron. Nadie fue a la escuela durante las semanas siguientes, y Will y yo jugábamos a las cartas en su habitación hasta que llegamos a estar tan aburridos que queríamos gritar.
“Vivimos en el pabellón Wellintogn,” dijo Kai, nombrando uno de los complejos de viviendas de lujo. “Ven esta tarde. Le diré a los guardias.”
“Tengo Equipo de Agua.”
“Después de Equipo de Agua, entonces.”
“Le preguntaré a mi papá.” Por el camino vi indicios de polvo levantándose. “Ese es mi autobús.”
Kai miró hacia donde le señalaba, y sus labios trazaron una estrecha línea de decepción. Me di cuenta que él había derramado el agua porque tenía lo suficiente para beber. Como las chicas que se cortaban a sí mismas o robaban a hurtadillas las píldoras de sus padres, solo porque querían que alguien les prestara atención.
Me prometí a mí misma que trataría de visitar a este chico, aunque a mi padre no le gustara.
“Adiós,” le dije. “Te buscaré más tarde.”
“Más tarde,” dijo.
Subí al autobús y me giré para despedirme, pero cuando lo hice vi un coche detenerse frente chico—una limusina grande y negra, con motor de gasolina que lanzaba calor en brillantes ondas de plata. La puerta se abrió y un corpulento guardia con una ametralladora salió a la carretera, gafas de espejo escondían sus ojos y una gruesa canana se ceñía a su cintura. Le hizo una seña a Kai y él subió sin mirar atrás.



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Mensaje por Invitado Dom Jun 19, 2011 8:14 pm

Aaw de casualidad me puse a buscarlo ¬¬ En fin, a este me lo leo The Water Wars - Cameron Stracher 852860528
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Mensaje por Invitado Dom Jun 19, 2011 11:37 pm

Shocked
The Water Wars - Cameron Stracher 976368 suena interesante ^^
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Mensaje por tania_salvatore Mar Jun 21, 2011 10:29 am

Gracias pamee por el capitulo.
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Mensaje por Invitado Jue Jun 23, 2011 7:12 pm

Hola, se ve interesante!!! les sigo!
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Mensaje por Invitado Sáb Jun 25, 2011 10:38 am

cool!! se ve genial :) me van a ver x aqui XD jaja
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Mensaje por Invitado Sáb Jun 25, 2011 7:59 pm

Pinta interesante. Bien novedosa la trama. La seguiré XD gracias por el capi
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Mensaje por Invitado Sáb Jun 25, 2011 8:30 pm

me gusto muxo gracias
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Mensaje por Invitado Dom Jun 26, 2011 2:24 pm

Buu, tengo esperar a llegar a mi casa para leerlo tranquila...

Gracias por comenzar a subir los capitulo :D
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Mensaje por Invitado Dom Jun 26, 2011 6:06 pm

Uh, muy interesante :D
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Mensaje por Pamee Sáb Jul 09, 2011 6:35 pm

Capítulo 2
Traducido por Pamee

Esa noche Will y yo nos quedamos hasta tarde; Will había arrastrado su colchón por el pasillo hasta mi habitación, donde descansaba en un par de cajas de madera que nuestro padre había salvado de un lanzamiento de comida, las dos camas formaban una especie de escalera esponjosa gigante; yo estaba en el escalón de arriba y Will en el de abajo. Teníamos dos cobertores, las cuales arrastré más cerca a mi alrededor, Will se quejó, pero se de detuvo tan pronto le conté acerca de Kai.

“Debe ser rico,” concluyó Will.

“Lo es,” dije. “Y Will…” Esperé hasta que tuve su total atención. “Después de que llegó el autobús, lo recogieron en una limo.”

“¿Quién lo recogió?”

“No lo sé, había un guardia con un arma.”

Will miró con su ojo izquierdo. Siempre pensé que era injusto haber heredado las pecas de nuestra madre, mientras que Will heredó los ojos hamamelis de nuestro padre: mezcla de verde, gris y dorado. Cuando mira de soslayo, es como mirar con atención un caleidoscopio.

“Su padre debe ser un ministro ACA, tal vez.”

“No hay ACA aquí,” le recordé.

“Podría vivir en Basin.”

“¿Entonces por qué estaría caminando en nuestra carretera?” pregunté.

Si el padre del chico estuviera en las Autoridades de la Comisión del Agua, no viviría en Wellington Pavilion, tan bonito como era, y no estaría caminando afuera. Había lugares mucho más bonitos, y mucho más caros, con mayor seguridad. La mayoría de los ministros ACA vivían en Basin, el capitolio, a unos sesenta kilómetros de distancia.

Las Autoridades del Agua controlaban el flujo y la distribución del agua y era la cosa más cercana que teníamos de un gobierno de verdad. Nuestra república, Illinowa, era todo lo que quedaba de las partes del Medio Oeste del Viejo Estados Unidos, y la única cosa que quedaba para gobernar era el agua. Las decisiones tomadas por la ACA en Basin podrían significar vida o muerte para el resto de nosotros. Nunca había ido a la ciudad, pero las fotografías nos mostraban árboles frondosos creciendo desde abajo de parrillas semi porosas y césped real en el parque; todo parecía estar respirando y el aire parecía gasa con la humedad.

“Tiene que vivir por aquí,” decidí. “Él lo dice. Deberíamos invitarlo a cenar.”

“No tenemos comida.”

“Eso no es verdad.”

“La comida sintética no es comida,” dijo Will. “Y papá es un cocinero terrible.”

“No tiene tiempo para hacer una comida real.” Odiaba cuando Will criticaba como cocinaba nuestro padre. “De todas formas, no me importan los bistecs sintéticos.”

Habían pasado meses desde habíamos comido algo más aparte de comida sintética que las Autoridades de la Comisión del Agua nos proporcionaba en lanzamientos de comida semanales. Clamaban que sabían como comida real, pero por supuesto que no, todo tenía cierta semejanza suave: los filetes sabían a pollo, el jugo de naranja sabía a jugo de tomate; las únicas diferencias reales eran los colores y las texturas. Aún así, la gente podía acostumbrarse a cualquier cosa, y nosotros lo hicimos.

Si Kai era rico, no actuó como tal. La gente rica vivía en recintos seguros con guardias y perros anti robo y rara vez dejaban sus edificios. Cuando lo hacían, usaban parkas por la calle y llevaban tásers laser o armas. En Basin estaba permitido disparar primero si un extraño se acercaba sin identificación. Incluso en Arco, donde vivimos, los ocasionales hombres de negocios eran transportados en vehículos blindados; nunca podías estar demasiado seguro o demasiado protegido, eso es lo que nuestros profesores decían; los hombres podrían matar por un vaso de agua, y lo hacían.

Will y yo hablamos hasta que la red eléctrica se cerró y las luces parpadearon, luego se volvió oscuro. Él tenía un pequeño resplandor de luz, pero no estaba completamente cargado o brillaba lo suficiente para que ambos leyéramos. La oscuridad se asentó, sentí que me volvía ingrávida, los pensamientos revoloteaban medio formados por mi mente, partes de una cosa eran reemplazadas por finales de otras. Sabía que el sueño estaba viniendo.
En mis sueños, Kai me ofrecía tazas de plasteno llenas de agua, pero no podía verlas suficientemente rápido; el agua sabía a grafito y secaba mi boca. Intentaba decirle que parar, pero él seguía ofreciéndomelas y derramando en el suelo lo que no podía beber.

Cuando desperté, mi manta estaba hecha un manojo alrededor de mi cuello, y mi cabello estaba húmedo con sudor. Will ya estaba abajo, bañado en seco y comiendo un bol de Oatios frente a la radio. Omití la ducha y cogí un Toasty Bar mientras nuestro padre nos acompañaba a la puerta.

“No hay tiempo para textear,” dijo.

Alcancé el controlador en la mesa de la cocina.

“No hay señal de todas formas,” dijo Will.

En la radio sonaba una noticia acerca de un ataque pirata, y Will también tenía abiertos algunos canales, pero la pantalla wi-text estaba caída. Mi padre había explicado que la banda ancha y el potencial de la señal variaba dependiendo de la parrilla, pero no parecía una coincidencia que la propaganda y el entretenimiento fueran los más fáciles de encontrar mientras que la comunicación era más difícil. Podías jugar YouToo! casi en cualquier lugar del mundo, pero enviar un simple mensaje a través de las repúblicas era impredecible y a veces imposible.

Me apresuré a seguir a Will y apenas tuve tiempo de terminar mi desayuno porque él caminaba muy rápido.

No vimos a Kai en la parada del autobús, esperamos hasta el último minuto posible mirando la carretera con la esperanza de que se materializara del polvo, luego el conductor nos gritó para que nos subiéramos y nos precipitamos a los escalones. El viaje a la escuela era agonizantemente lento y desigual, aunque era otoño, se sentía como verano y el bus estaba caluroso y sin aire incluso con las ventanas abiertas.

Mis labios estaban agrietados y ya estaba sedienta, pero por supuesto no había nada para beber y no habría nada hasta la hora del almuerzo. Lamí mis labios y me hundí en las páginas de mi pantalla, donde los mares siempre eran azules y los cielos abundantes en truenos.

Nuestra escuela era un edificio de un piso de bloques de hormigón que parecía que una vez había sido más grande, a cada extremo los pasillos simplemente se detenían y eran de ladrillo sin ventanas o puertas. Las salas estaban atestadas y no había espacio suficiente en el gimnasio o en el comedor para que todos jugaran o comieran al mismo tiempo.

Afortunadamente, casi todos los días, un cuarto de los niños estaban enfermos o ausentes, lo que significaba que la escuela era casi del tamaño correcto para el resto de nosotros, al menos había sillas suficientes en mi clase para que todos encontraran un asiento.

Las unidades de ventilación de la escuela funcionaban a toda potencia, podía sentir el aire hacer su camino sobre mi cabeza como una corriente mientras caminaba por el pasillo; era crepitante y seco, estaba vivo con electricidad estática. Se suponía que la unidad filtraba suciedad y químicos, pero hacía que aire tuviera sabor a algo metálico. De todas formas, los profesores mantenían abiertas las ventanas porque la escuela era muy calurosa.

Encontré mi clase y me senté en mi asiento de costumbre, cerca de la ventana. Los otros chicos charlaban ruidosamente y se lanzaban cosas unos a otros mientras yo abría mi pantalla y ajustaba mi lápiz-escritor.
Un chico llamado Ryark intentó obtener mi atención golpeando mi hombre ligeramente con una barra calculadora; su cabello sobresalía como escobillas de baño. Lo ignoré.

Cuando llegó el profesor, Ryark volvió a sentarse tranquilamente y la clase se calmó, nadie se atrevía a irritar a los profesores, quienes repartían cargas eléctricas con unas pilas cargadas.

Estábamos haciendo una unidad de tiempo, la Sra. Delfina usaba su lápiz laser para mostrarnos como el surtidor de lluvia llevaba sistemas de tormenta del oeste al este. Las variaciones en la temperatura de la Tierra hacían que el surtidor de lluvia se inclinara y girara, curvándose hacia el norte cuando debía dirigirse al este; esto hacía que nevara donde debía ser cálido y llevar lluvia a las regiones más frías. Predecir el clima, dijo ella, era más arte que ciencia, porque tenías que tomar en cuenta la temperatura cambiante de la tierra y el agua y la competencia de las fuerzas de los sistemas de presión alto y bajo que rivalizaban por la posición en el continente, incluso la mínima variación podía causar estragos enormes.

“Una mariposa batiendo hoy sus alas sobre Basin,” dijo la Sra. D, “puede cambiar el clima de mañana a dos mil kilómetros de distancia.”

Me imaginé una mariposa flotando en el surtidor de lluvia, batiendo sus alas furiosamente para permanecer en el aire, y moviendo el aire lo suficiente por lo que las nubes de tormenta viajarían hacia el norte en lugar de hacia el sur. Era difícil de imaginar, aunque sabía que los hombres cambiaban el clima con aviones gigantes que sembraban las nubes de lluvia y turbinas enormes que chupaban la humedad del cielo. Muchos días despertábamos con nubes de tormenta en el horizonte, sólo para ver el cielo transformado en un azul brillante y penetrante.

“¿Qué es lo más importante que podemos hacer para proteger nuestro clima?” preguntó la Sra. D.

“Vigilar la tierra y el cielo,” respondimos al unísono, la Sra. Delfina sonrió, sus dientes eran grandes y blancos y parecían casi perfectos. De hecho, yo sabía que no eran reales; la había visto una vez en el baño con sus dientes al lado del lavabo, su boca abierta estaba hueca y vacía.
Los dientes era lo primero que iba mal, y la mayoría de los agitadores tenían que hacerse unos falsos. La Sra. D tenía suerte de poder costearlos, había muchos que no podían.

Cuando terminamos las lecciones de la mañana, estaba el almuerzo el cual comíamos en la cafetería. La escuela había dejado de repartir almuerzos calientes hace varios años, ahora la mayoría de los niños llevaba el almuerzo de sus casas. Canjeé mis Cheesios a otra chica por una leche de soja extra. Cerca, un grupo de chicos se lanzaban paquetes de vegetales secos unos a otros. Miré alrededor buscando a Will, pero no lo vi; me bebí la primera leche y luego la segunda, y seguía sedienta, pero no habría más hasta la cena, así que cerré mis labios a la fuerza e intenté pensar en algo más.

Durante el receso salieron unos de los niños más pequeños, aunque la escuela lo prohibía. No había profesores suficientes para impedírselos, y ellos se escabullían a través de las puertas de la cafetería. Me senté cerca de una ventana con mi pantalla y los observé patear una pelota pequeña alrededor del polvo; cuando volvieron adentro, estaban sudados, sucios y riéndose. Uno de los chicos comenzó a toser y los otros se burlaron del, tapándose las bocas con sus manos y riendo tontamente. El primer niño parecía estar a punto de llorar, y casi me puse de pie para decirles a los otros que pararan, pero entonces sonó la campana, la escuela se reanudó y el resto del día pasó rápidamente. Más lecciones del clima, luego administración y conservación del agua, luego matemáticas.

Después de la escuela, me quedé hasta tarde para el equipo de agua, tenía que trabajar con los mayores porque era alta para mi edad, y nuestro supervisor pensaba que era mayor.

Ayudé a una chica a limpiar los desagües donde el rocío de la mañana goteaba en los sumideros. Encontramos una serpiente muerta, lo que hizo que la chica chillara; yo la levanté por su cola y la lancé a la basura. Las cosas muertas nunca me incomodaron, una vez que estaban muertas, me imaginaba, ya no podían hacerle daño a nadie.

Después esperé a Will, era el líder de un grupo trabajando con los condensadores en el techo. Era difícil escalar las paredes picadas donde las escaleras de mano se habían roto y partido, pero Will era ágil y rápido y encontraba puntos de apoyo cuando los otros no podían. Lo vi caminando de las trampas cerca a los barriles de reciclaje su cabeza en alto y varios niños siguiéndolo, él fingía no notarlo, pero yo podía decir que estaba orgulloso de estar a cargo.

No hablamos mucho en el viaje de vuelta a casa. La escuela era agotadora School a pesar de lo poco que se hacía. Los hombros de Will estaban caídos y su cabeza estaba recostada contra la ventaba como si no pudiera mantenerla erguida; por mi parte, sentía que había algodón en mi cabeza. Aunque el viaje era ruidoso y desigual, ambos nos quedamos dormidos en algún lugar antes de casa.

El conductor nos despertó en nuestra parada. Nos tambaleamos del autobús y recorrimos a pie el camino de arena hacia nuestro edificio; no había sombra y el sol sobre nuestras cabezas era como un tambor sordo y palpitante.

Nuestro edificio estaba a casi un kilómetro de la carretera principal, y la caminata nos dejaba recubiertos de un gris polvo de hollín. Cuando llegamos a la entrada, Will golpeó el código de la puerta de seguridad y la abrió de un empujón.

Nuestro padre nos estaba esperando en la puerta frontal de nuestro apartamento: siempre era una sorpresa ver cuanto había envejecido en el último año, las líneas alrededor de sus ojos y boca se habían profundizado, y sus mejillas se habían hundido donde una vez se habían estirado; siempre fue delgado, pero parecía más flaco, casi demacrado. Su cabello negro ahora estaba moteado de gris, y el avellana de sus ojos estaba más cercano al marrón que al verde.

Lo saludé con un beso y él sonrió ligeramente. “Hola, papi,” dije.

“¿Cómo estuvo la escuela?” preguntó.

Inventé una historia acerca de que me habían pedido que liderara la clase en una plegaria, y esto lo hizo feliz, pues aunque no era religioso, le gustaba decirnos que había un propósito más alto en la vida que eventualmente sería revelado. Sólo había empezado a hablar de esto el año pasado, sólo desde que nuestra madre se había enfermado.

“¿Tienen hambre?” preguntó.

Dije que no aunque no había comido desde antes del mediodía, Will sólo lo ignoró y se dirigió al dormitorio en la parte trasera. Miré a mi papá y me encogí de hombros, luego seguí a Will.

Desde que los dolores de cabeza la habían lisiado, nuestra madre pasaba casi todos los días en su habitación, emergiendo sólo para usar el baño, le era imposible levantarse en la mañana o tolerar la luz del sol. Todas las persianas estaban bajadas y las luces alumbrando lo mínimo; había algo en el aire que olía como a menta, y el sistema de ventilación, que estaba andando, volvía la habitación dulce y acre. Era parte de la medicina que los doctores habían prescrito, pero sospechaba que no era nada más que perfume, la medicina era cara y en cortos suministros, y la mayoría de los doctores eran falsos, de todos modos.

Nuestra madre parecía estar encogida en la cama, las almohadas eran como pufs gigantes tras ella; sus ojos estaban cerrados y apenas podía ver el resto de su rostro sobre la gran manta que cubría su cuerpo. Nuestro padre entró a la habitación detrás de Will, parecía estar esperando que alguien hablara, pero Will sólo se quedó de pie silenciosamente como si estuviera ponderando algo.

No pude soportar el silencio. “Hola, mamá,” dije. “Acabamos de llegar a casa de la escuela.”

Nuestra madre abrió sus ojos. “Hola, Vera.” Su voz sonó como si hubiera emergido de una gran profundidad.

“¿Te sientes bien?”

“La luz… hiere mis ojos.”

“¿Debería apagarla?” Nuestra madre agitó el brazo débilmente, lo que pudo haber sido sí o no.

“No es la luz,” dijo Will. “Es el agua.”

“No hay nada malo con el agua,” dijo nuestro padre.

“Necesita agua fresca,” dijo Will. Se estaba moviendo rápidamente ahora hacia la mesa de mamá, cogiendo las botellas de varios tamaños junto a ella, intentando tomarlas todas en sus manos, golpeándolas unas contra otras.

“Will, por favor,” dijo nuestra madre.

“¡Tienes que beber algo de agua limpia!”

“¡Las quebrarás!” advirtió nuestro padre.

Pero Will las vació como si estuvieran llenas con veneno, rociando líquido a través del aire. Sus manos se agitaban sobre su cabeza mientras vaciaba su contenido en un frenesí de furia y frustración.

Una botella resbaló de su mano y se hizo añicos en el suelo, líquido rosa rezumando entre los fragmentos de vidrio. Parecía como si fuera a quebrar otra y levantó su brazo para lanzarla.

Nuestro padre lo agarró y lo empujo, pero Will siguió forcejeando, aunque nuestro padre era más pesado, era unos centímetros más bajo que Will, y me preocupé de que Will lo hiriera.

“¡Para! ¡Para!” grité.

“¿Will?” preguntó nuestra madre.

Pero Will no podía contestar, estaba sollozando en el suelo.

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Mensaje por Invitado Sáb Jul 09, 2011 7:06 pm

:O interasante historia familiar -.-

gracias por el cap!! espero el siguiente!! :)
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Mensaje por Invitado Dom Jul 10, 2011 1:43 am

Gracias por el capitulo The Water Wars - Cameron Stracher 858801
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Mensaje por Invitado Dom Jul 10, 2011 5:16 pm

hei muchas gracias por el cap, ojala y publiquen el otro XD
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Mensaje por Invitado Dom Jul 10, 2011 9:33 pm

Gracias por el capi!!!
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Mensaje por tania_salvatore Lun Jul 11, 2011 4:25 pm

gracias por el capitulo
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Mensaje por Invitado Mar Jul 19, 2011 5:06 am

Bueno el libro te hace pensar: "¿quien sabe? porque de la forma en que tratamos nuestro planeta puede ser que quede tan poca agua, el mundo este tan deteriorado, y el gobierno, como siempre, se beneficie de eso (acaparando el agua).
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Mensaje por Invitado Mar Jul 19, 2011 5:07 am

Por cierto gracias por el capi
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Mensaje por Araceli Mar Jul 19, 2011 12:19 pm

Ojala no suceda, pero el agua sera un bien muy cotizado, esperemos ver como se desenvuelve la historia
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Mensaje por Invitado Miér Jul 20, 2011 3:44 am

gracias por el cap!
muy interesante el libro...
te hace pensar, y crear conciencia sobre lo q pasaria si uno no tuviera agua..
esperemos a ver como sigue el libro
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Mensaje por Araceli Miér Jul 20, 2011 8:30 am

Si, tal cual, aqui en la Argentina , dicen que varias zonas del sur de nuestro pais fueron compradas y privatizadas, justamente donde hay mucha confluencia de aguas dulces!!

Que raro no ??? Creo que será mas preciado que el petroleo
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Mensaje por Karina_Matthew Miér Jul 20, 2011 11:57 am

El libro empieza interesante desde el principio xD
Gracias por los capis
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Mensaje por Invitado Miér Jul 20, 2011 12:21 pm

Ara, sep muyyy raro XD y buehh la mayoria de la patagonia es de los K
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Mensaje por Pamee Miér Jul 20, 2011 5:28 pm

Chicas, el capi que viene lo traduzco yo así que paciencia, porque estoy con otros proyectos, ok? No es que me haya olvidado de este ni nada :D
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Mensaje por Invitado Miér Jul 20, 2011 5:50 pm

Hola! Muchas gracias por la traducción, en seguida me pongo a leer
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Mensaje por Invitado Miér Jul 20, 2011 10:22 pm

jajaj tranqui Pamee :) entendemos y esperamos The Water Wars - Cameron Stracher 422904jajajaj
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Mensaje por Pamee Lun Jul 25, 2011 4:06 pm

Es lo que llevo traducido por ahora, todavía falta bastante pero en unos días les cuelgo el resto del capi :)

Capítulo 3
Traducido por Pamee

Tal vez era el agua, tal vez era el aire, tal vez era la tierra misma. Cualquiera fuera la causa, la gente estaba enferma, y no solo nuestra madre. En nuestro edificio, ocho adultos habían ido al hospital solo en el último mes, la mayoría de ellos no eran viejos, y dos eran lo suficientemente jóvenes para aun vivir con sus padres. En la escuela, los niños siempre estaban ausentes con resfrío o con tos, e incluso yo tengo dolor de garganta la mayor parte del invierno.

Will se queja de dolores musculares, los cuales nuestro padre trata con compresas calientes y sinaspirina. Parecía que siempre había una ambulancia aparcada en frente de nuestro edificio o pasando a máxima velocidad por la calle.

Los profesores nos enseñaros a cubrir nuestras bocas cuando tosimos y a lavar nuestras manos. Los gérmenes se propagaban por el contacto, decían, y los niños siempre estaban tocando cosas; pero Will decía que los gérmenes estaban en el aire, llevados por el viento; no podíamos evitar respirarlos, comerlos. Se suponía que por eso la escuela tenía unidades de ventilación, pero en realidad las unidades empeoraban las cosas, porque atrapaban los gérmenes y los soplaban alrededor. Los agitadores creían que estaban limpiando el aire, pero en realidad lo estaban ensuciando.

“Nos están efermando,” insistía Will.

Estábamos en la parte trasera del viejo coche eléctrico, conduciendo con nuestro padre hacia el centro de distribución de agua. El coche se quejaba y tambaleaba por el camino lleno de baches. Nuestro padre había olvidado cargarlo antes que la red eléctrica se apagara la noche anterior, y la batería estaba casi agotada.

“No funciona de esa forma,” dijo nuestro padre. “Nadie puede enfermarte.”

“Si alguien estornuda sobre ti, pueden enfermarte,” dije.

“Esto es diferente,” dijo nuestro padre. “Will culpa a las Autoridades del Agua por enfermar a tu madre.”

“¿Lo hicieron?” pregunté.

“¡Por supuesto que no!”

“¿Cómo lo sabes?” demandó Will.

El coche se caló y se detuvo, nuestro padre murmuró una maldición, pensó que no podíamos oírlo. Puso ambas manos en el volante y giró para enfrentarnos.

“Primero que todo, las Autoridades del Agua no es una persona,” explicó. “Si enfermaran a alguien, habría reportes sobre ello—noticias de textos, audiencias publicas. Las personas lo hubieran notado.”

“Will lo notó,” señalé.

“En segundo lugar,” dijo nuestro padre, ignorándome, “las Autoridades del Agua nos cuida, no nos enferma.”

“Tal vez fue un accidente.”

Nuestro padre suspiró. “Sé que es difícil para ustedes, es difícil para todos nosotros, pero su madre está consiguiendo buena medicina, y los doctores dicen qe puede mejorar, sólo necesita descanso.”

“No mejorará,” dijo Will.

“¡Will!” dije.

“No lo hará, Vera. Está enferma, tanto como siga bebiendo su agua, seguirá estando enferma.”

“Entonces, ¿qué debería hacer? ¿Dejar de beber?”

“Deberíamos llevarla a algún lugar donde el agua es.”

“¿Basin?”

“Basin no es mejor.”

“¿Qué pasa con nosotros? ¿No deberíamos dejar de beber el agua?”

Will asintió. “Nos enfermaremos también, dentro de poco.”

“¡Paren esa conversación!” dijo nuestro padre, interrumpiéndonos. “No vamos a ningún lado, este es nuestro hogar.” Repentinamente, el coche dio una sacudida hacia adelante, lanzándonos contra nuestros asientos. “Ahora, quiero que te calles, Will,” dijo nuestro padre. “Su madre mejorará, lo hará.”

Normalmente Will no se habría callado tan fácilmente, incluso si estaba equivocado, hablaba con tal conviccipin que parecía que tenía que tener razón. En esos días, cuando discutíamos, usualmente me rendía antes de que él lo hiciera, todos lo hacían; tenía el tipo de intensidad que hacía que los adultos lo miraran como un líder y tenía a niños ganándose su favor.

Pero Will no respondió, y nuestro padre condujo el resto del camino en silencio.
Cuando llegamos al centro, cogí un carro mientras nuestro padre y Will descargaban las botellas vacías. El centro estaba atestado con otras familias recogiendo su suministro semanal, y nos detuvimos a charlar con gente que conocíamos.

Los Jarvik vivían en nuestro complejo de apartamentos, y su hijo, Tyler, estaba en la clase de Will. Tyler era un chico flaco con acné que tosía frecuentemente y escarbaba en las costras de su cara. A Will no le agradaba, pero fingía que sí, solo para ser educado. Yo sentía lástima por Tyler, porque nunca tenpia suficiente para beber a la hora de almuerzo y siempre estaba pidiéndoles a otros niños que le cambiaran agua o jugo de syn por las duras galletas de soja que su madre empacaba en su caja del almuerzo. Pero las galletas eran añejas y se desmenuzaban, y raramente encontraba alguien que las tomara.

Un hombre vendía cupones de una libreta de racionamiento, y sujería que compráramos un paquete. Nuestro padre dijo que teníamos suficiente agua para la semana y que no necesitábamos más cupones: esto no era verdad, exactamente. No estábamos tan sedientos como Tyler, pero nunca teníamos agua suficiente, tampoco. Por semanas el único trabajo que mi padre tenía era part-time— reparando mangueras para un negocio pequeño que hacía intercambios decentes por piezas de goma utilizadas. Apenas ganaba suficiente dinero para pagarle a una enfermera que revisara a mi madre. Pero no quería estar en desacuerdo con él—no después de su desacuerdo con Will—y sabía que lo que realmente quería decir que no podíamos permitirnos más agua.

Todos querían más agua, solo que no podía pagar por ella.

Había abundante agua para vender en el mercado del taladrador en el centro; pero aquí, en el centro de distribución, la única agua estaba racionada, emitida por el gobierno, en botellas familiares azules y blancas. No era agua “real”, Will explicó, sino que agua desalada; esto quería decir que venía del océano y que era procesada en una fábrica gigante donde todos los minerales eran removidos y se añadían químicos así era adecuada para beberla. Las botellas no revelaban su origen, pero podías decir que el agua era desalada porque se sentía viscosa en la lengua y un sabor fuerte y picante, como lamer una cerilla quemada. Después de un verano largo y seco, las Autoridades del Agua importaron botellas de agua de mar extra con la Gran Costa a cambio de materiales de construcción como piedra de cal y granito.

Esperamos en línea detrás de una familia de siete cuyo coche estaba apilado con botellas. Nuestro padre solo tenía cuatro cupones, así que conseguimos solo dos botellas. Ya estaba sedienta y planeando como podría llenar mi cantimplora de la fuente en la escuela cuando los monitores no estuvieran viendo. En caso de necesidad podía beber agua del grifo, pero eso de verdad podía enfermar a una persona. Los hospitales ni siquiera tratarían a un paciente que bebió agua del grijo, clamaban que era una lesión ‘autoinflingida’. Le había pasado a uno de nuestros vecinos, perdió dieciocho kilos y nunca se recuperó completamente.

Si nuestra madre estaba siendo envenenada, todos estábamos siendo envenenados. Teníamos que beber algo. Una persona podía estar sin comida por un mes, pero la deshidratación podía matar en días. Este era el por qué comprábamos agua en el centro de distribución en vez de en el mercado negro o incluso de los taladradores. Era menos probable que nos matara.

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Mensaje por Invitado Lun Jul 25, 2011 7:10 pm

wawww así es nuestro futuro O.o jeje

gracias x el cap!!
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Mensaje por Invitado Mar Jul 26, 2011 5:57 am

Gracias por el trocito!
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Mensaje por Pamee Mar Jul 26, 2011 1:34 pm

Ahora está completo :D Me encanta Kai The Water Wars - Cameron Stracher 767268


Capítulo 3
Traducido por Pamee

Tal vez era el agua, tal vez era el aire, tal vez era la tierra misma. Cualquiera fuera la causa, la gente estaba enferma, y no solo nuestra madre. En nuestro edificio, ocho adultos habían ido al hospital solo en el último mes, la mayoría de ellos no eran viejos, y dos eran lo suficientemente jóvenes para vivir aun con sus padres. En la escuela, los niños siempre estaban ausentes con resfrío o con tos, e incluso yo tenía dolor de garganta la mayor parte del invierno.

Will se quejaba de dolores musculares, los cuales nuestro padre trataba con compresas calientes y aspirina sintética. Parecía que siempre había una ambulancia aparcada en frente de nuestro edificio o pasando a máxima velocidad por la calle.

Los profesores nos enseñaron a cubrir nuestras bocas cuando tosimos y a lavar nuestras manos. Los gérmenes se propagaban por el contacto, decían, y los niños siempre estaban tocando cosas; pero Will decía que los gérmenes estaban en el aire, llevados por el viento; no podíamos evitar respirarlos, comerlos. Se suponía que por eso la escuela tenía unidades de ventilación, pero en realidad las unidades empeoraban las cosas, porque atrapaban los gérmenes y los soplaban alrededor. Los agitadores creían que estaban limpiando el aire, pero en realidad lo estaban ensuciando.

“Nos están efermando,” insistía Will.

Estábamos en la parte trasera del viejo coche eléctrico, conduciendo con nuestro padre hacia el centro de distribución de agua. El coche se quejaba y tambaleaba por el camino lleno de baches. Nuestro padre había olvidado cargarlo antes que la red eléctrica se apagara la noche anterior, y la batería estaba casi agotada.

“No funciona de esa forma,” dijo nuestro padre. “Nadie puede enfermarte.”

“Si alguien estornuda sobre ti, pueden enfermarte,” dije.

“Esto es diferente,” dijo nuestro padre. “Will culpa a las Autoridades del Agua por enfermar a tu madre.”

“¿Lo hicieron?” pregunté.

“¡Por supuesto que no!”

“¿Cómo lo sabes?” demandó Will.

El coche se caló y se detuvo, nuestro padre murmuró una maldición, pensó que no podíamos oírlo. Puso ambas manos en el volante y giró para enfrentarnos.

“Primero que todo, las Autoridades del Agua no son una persona,” explicó. “Si enfermaran a alguien, habría reportes sobre ello, noticias de textos, audiencias publicas. Las personas lo hubieran notado.”

“Will lo notó,” señalé.

“En segundo lugar,” dijo nuestro padre, ignorándome, “las Autoridades del Agua nos cuidan, no nos enferman.”

“Tal vez fue un accidente.”

Nuestro padre suspiró. “Sé que es difícil para ustedes, es difícil para todos nosotros, pero su madre está consiguiendo buena medicina, y los doctores dicen qe puede mejorar, sólo necesita descanso.”

“No mejorará,” dijo Will.

“¡Will!” dije.

“No lo hará, Vera. Está enferma, tanto como siga bebiendo su agua, seguirá estando enferma.”

“Entonces, ¿qué debería hacer? ¿Dejar de beber?”

“Deberíamos llevarla a algún lugar donde el agua es limpia.”

“¿Basin?”

“Basin no es mejor.”

“¿Qué pasa con nosotros? ¿No deberíamos dejar de beber el agua?”

Will asintió. “Nos enfermaremos también, dentro de poco.”

“¡Paren esa conversación!” dijo nuestro padre, interrumpiéndonos. “No vamos a ningún lado, este es nuestro hogar.” Repentinamente, el coche dio una sacudida hacia adelante, lanzándonos contra nuestros asientos. “Ahora, quiero que te calles, Will,” dijo nuestro padre. “Su madre mejorará, lo hará.”

Normalmente Will no se habría callado tan fácilmente, incluso si estaba equivocado, hablaba con tal convicción que parecía que tenía que tener razón. En esos días, cuando discutíamos, usualmente me rendía antes de que él lo hiciera, todos lo hacían; tenía el tipo de intensidad que hacía que los adultos lo miraran como un líder y tener a niños ganándose su favor.

Pero Will no respondió, y nuestro padre condujo el resto del camino en silencio.
Cuando llegamos al centro, cogí un carro mientras nuestro padre y Will descargaban las botellas vacías. El centro estaba atestado con otras familias recogiendo su suministro semanal, y nos detuvimos a charlar con gente que conocíamos.

Los Jarvik vivían en nuestro complejo de apartamentos, y su hijo, Tyler, estaba en la clase de Will. Tyler era un chico flaco con acné que tosía frecuentemente y escarbaba en las costras de su cara. A Will no le agradaba, pero fingía que sí, solo para ser educado. Yo sentía lástima por Tyler, porque nunca tenía suficiente para beber a la hora de almuerzo y siempre estaba pidiéndoles a otros niños que le cambiaran agua o jugo sintético por las duras galletas de soja que su madre empacaba en su caja del almuerzo. Pero las galletas eran añejas y se desmenuzaban, y raramente encontraba alguien que las tomara.

Un hombre vendía cupones de una libreta de racionamiento, y sugerí que compráramos un paquete. Nuestro padre dijo que teníamos suficiente agua para la semana y que no necesitábamos más cupones: esto no era verdad, exactamente. No estábamos tan sedientos como Tyler, pero nunca teníamos agua suficiente, tampoco. Por semanas el único trabajo que mi padre tenía era part-time, reparando mangueras para un negocio pequeño que hacía intercambios decentes por piezas de goma utilizadas. Apenas ganaba suficiente dinero para pagarle a una enfermera que revisara a mi madre. Pero no quería estar en desacuerdo con él—no después de su desacuerdo con Will—y sabía que lo que realmente quería decir que no podíamos permitirnos más agua.

Todos querían más agua, solo que no podía pagar por ella.

Había abundante agua para vender en el mercado del perforador en el centro; pero aquí, en el centro de distribución, la única agua estaba racionada, emitida por el gobierno, en botellas familiares azules y blancas. No era agua “real”, Will explicó, sino que agua desalada; esto quería decir que venía del océano y que era procesada en una fábrica gigante donde todos los minerales eran removidos y se añadían químicos, así era adecuada para beberla. Las botellas no revelaban su origen, pero podías decir que el agua era desalada porque se sentía viscosa en la lengua y con un sabor fuerte y picante, como lamer una cerilla quemada. Después de un verano largo y seco, las Autoridades del Agua importaron botellas de agua de mar extra con la Gran Costa a cambio de materiales de construcción como piedra de cal y granito.

Esperamos en línea detrás de una familia de siete cuyo carro estaba apilado con botellas. Nuestro padre solo tenía cuatro cupones, así que conseguimos solo dos botellas. Ya estaba sedienta y planeando como podría llenar mi cantimplora de la fuente en la escuela cuando los monitores no estuvieran viendo. En caso de necesidad podía beber agua del grifo, pero eso de verdad podía enfermar a una persona. Los hospitales ni siquiera tratarían a un paciente que bebió agua del grifo, clamaban que era una lesión ‘autoinfligida’. Le había pasado a uno de nuestros vecinos, perdió dieciocho kilos y nunca se recuperó completamente.

Si nuestra madre estaba siendo envenenada, todos estábamos siendo envenenados. Teníamos que beber algo. Una persona podía estar sin comida por un mes, pero la deshidratación podía matar en días. Este era el por qué comprábamos agua en el centro de distribución en vez de en el mercado negro o incluso de los perforadores. Era menos probable que nos matara.

Después de comprar agua, nuestro padre nos llevó a comprar ropa nueva. Se quejaba de que crecíamos tan rápido que nada nos quedaba por más de seis meses. Will gastaba los zapatos como harapos, yo rompía agujeros en las rodillas de mis pantalones. Aunque nuestro padre exageraba, no estaba muy lejos de la verdad. Tomaba dos lavados químicos quitarle la suciedad a mis jeans, e incluso los mejores zapatos de Will tenían agujeros en las suelas.

Me encantaba ir de compras, cuando mi madre estaba bien, podíamos pasar horas yendo por las perchas, toqueteando los vestidos y blusas que amaba usar. Su color favorito era el verde, el cual decía que las pelirrojas no usaban, pero siempre pensé que la ropa que escogía se veía hermosa en ella. Podía reunir a toda prisa un viejo top y una falsa olvidada, y repentinamente lucía como si hubiera pasado todo el día alistándose. Era una habilidad que no podía copiar, tan duro como intentara. La misma ropa que lucía glamorosa con su cabello rojo lucía monótona con mis flequillos castaño oscuro, y mi pequeña nariz hacía que todo lo que usaba pareciera muy infantil.

Necesitaba jeans nuevos, pero también necesitaba tops y un nuevo par de zapatos. Mis camisas eran muy cortas, y los dedos de mis pies se arrugaban. Pero no le dije nada a mi padre, porque vi la forma en que se veía cuando tocaba las etiquetas de los precios en los conjuntos que le tendía. “¿De verdad necesitas tres?” preguntó, yo sacudí la cabeza y tiré mi favorito del grupo: un top con estampado de flores con patrones de remolinos verdes que me recordaban a nubes. Estaba hecha de una fibra sintética llamada cattan que se sentía ligeramente aceitosa al tacto.

“Esta,” dije. Me dije a mi misma que un conjunto era mejor que ninguno. En cuanto a los zapatos, tendría que seguir apretando mis dedos en los que tenía.

Will escogió un par nuevo de jeans. Nuestro padre llevó los pantalones de Will y mi top a la caja registradora donde pagó con su ficha de crédito. Luego de vuelta al coche para la última parada del día: la tienda de comestibles. Nuestro padre podía cocinar casi cualquier cosa con nada; incluso cuando nuestra madre estaba bien, nuestro padre cocinaba más. Ahora mientras vagábamos por los pasillos, él toqueteaba la fruta sintética y los cuasi-vocados, comprobando la madurez y enfermedad.

“¿Cómo se sienten con los guacamoles?” preguntó.

Nos sentíamos bien con el guacamole, lo que me dio una idea.

“Kai ama la comida mexicana,” dije, aunque no tenía idea de si era verdad.

“¿Kai? ¿El chico en la limusina?” preguntó nuestro padre.

“Está solo.”

“Sus padres nunca lo dejarían visitarnos para la cena.”

“Podríamos enviarle por mensaje nuestros certificados.”

“Incluso así, no necesita comida falsa.”

“Podría querer una comida cocinada en casa,” Will empezó a hablar, viniendo en mi ayuda.

Nuestro padre consideró esto. Ninguno de nosotros podía recordar la última vez que tuvimos invitados en nuestro apartamento. Los tres comíamos rápidamente en nuestra pequeña mesa, a menudo en silencio, la oscuridad de la enfermedad como un velo. La soledad era algo que entendíamos, incluso en una multitud.

Pronto estábamos cogiendo los ingredientes para un festín mexicano de las repisas medio vacías de la tienda: un paquete de torillas sintéticas, otro paquete de papas fritas, una botella de salsa hecha con tres porciento de tomates reales, y una bolsa de queso de soja. Nuestro padre incluso compró un pack de cerveza-o, la cual declaró que era casi tan buena como la real, aunque Will hizo una cara a su espalda como si tuviera naúseas. Empujé el carro mientras nuestro padre inspeccionaba artículos en los estantes, leyendo sus ingredientes y sopesándolos en sus manos como si pudiera discernir los químicos nocivos pesándolos simplemente.

Este era nuestro padre feliz, el que recordaba de los días cuando nuestra madre nos llevaba de compras, cantando canciones sobre to-may-toes y to-mah-toes que siempre nos hacía reír. Nuestra madre había sido la ridícula, pero desde que se había enfermado, había poca ridiculez en nuestra casa.

“Es mucha comida para cuatro, e incluso más para tres,” dijo nuestro padre. “Esperemos que pueda hacerlo.”

En el estacionamiento, el coche partió de inmediato, y nuestro padre dejó que Will condujera a casa. Se apoyó en el volante, aferrándolo con ambas manos, mientras nuesto padre mantenía una mano cerca del freno de emergencia. El sol estaba bajo en el cielo, y por una vez parecía cálido en lugar de desolado; incluso las flores falsas en las jardineras fuera de nuestro edificio lucían brillantes, como si hubieran florecido en nuestra ausencia. Nos deslizamos en la entrada de la carretera, y Will ejecutó un giro perfecto en el garaje.

Mientras nuestro padre mezclaba cuasi-vocados en la cocina, y Will rehidrataba las habas, intenté alcanzar a Kai en la radio usando la identificación que me había dado, pero después de quince minutos sin señal, me di por vencida, frustrada.

Kai vivía solo a tres kilómetros de nuestro edificio—un rápido paseo en coche o en bicicleta a pedales—pero al principio mi padre no quería escuchar de ello.


“¿A esta hora quién sabe quién está en la calle?” dijo.

“Te escribiré tan pronto llegue allá.”

“Acabas de decir que la radio no funciona.”

“Probablemente funciona en la casa de Kai.”

Seguimos así por un tiempo, pero finalmente mi padre se rindió, como sabía que haría. Estaba segura de que estaba emocionado por una visita, especialmente alguien saludable y misterioso y ahora estaba haciendo toda esta comida, alguien tenía que comerla.

Nuestra familia vivía en una sección de Arco llamada “los Rieles” donde los trenes retumbaron una vez. Hace mucho tiempo había sido uno de los lugares más caros para vivir, pero después de que el sistema de transporte dejó de funcionar, era uno de los pocos lugares donde la comida y el agua aun eran disponibles. Mientras que los otros suburbios colapsaron, los Rieles sobrevivieron e incluso prosperaron. Pero el legado de la pobreza era difícil de quitar, y cualquier cosa que nos recordaba la abundancia nos mantenía en un agarre mágico.

Era un paseo fácil al Pabellón Wellington. Nadie me pasó en la carretera, y el viento a mi espalda me hizo fácil el pedalear. Los guardias me detuvieron en la puerta frontal, y me quité las gafas para mostrarles copias de mi Certificado de Salud y Vacunación. Aun así, no me dejaron entrar, en cambio llamaron a Kai por un intercomunicador, y en unos pocos minutos apareció.

“Hola,” dije. “¿Tienes hambre?”

Cuando ladeó la cabeza, pareció un girasol, pensé, un raro premio que sólo crecía en invernaderos: alto, aflautado, con cabello rubio sedoso que brillaba al atardecer.

“¿Qué estás haciendo aquí?” preguntó.

“Invitándote a cenar.”

“¿Cuándo?”

“Ahora.” Tendí copias de nuestros certificados y él las tomó tentativamente en su mano.

“¿Qué estás cocinando?”

“Es una sorpresa.”

Solo se fue por cinco minutos, cuando volvió, llevaba dos jarras de plasteno y un morral pequeño en su cadera. Las jarras estaban estampadas con un sello de las Autoridades del Agua, certificando que contenían agua de verdad de acuíferos puros. Me hizo señas, y los guardias se hicieron a un lado indiferentes mientras entraba en el complejo. En un momento la limusina negra apareció de una entrada subterránea, su poderoso motor a gasolina rugiendo hambriento, dio la vuelta en el patio interior y se detuvo frente a Kai. El guardaespalda salió del lado del conductor, metralleta en mano, gafas de espejo en el puente de la nariz.

“Vamos,” me dijo Kai. “Te llevaremos.”

“Tengo mi bicicleta.”

“Martin la traerá de vuelta después de que nos vaya a dejar.”

Miré al guadaespalas, pero sus ojos estaban impasibles detrás de sus lentes. Estaba ahí, alerta, una mano sosteniendo la puerta abiera, la otra en la metralleta, su cabeza constantemente escanenando el lugar por amenazas.

Trepé al coche y me doblé en el asiento trasero. Olía a rico, a escencias de cuero y coco que conocía solo de lavados químicos. Había un divisor de vidrio entre la parte delantera y la trasera, y bajo el divisor, increíblemente, había un fregadero, una docena de botellas pequeñas de líquido colorido, y seis botellas de agua de plasteno de a litro.

“Es un bar,” dijo Kai, cuando notó que estaba mirándolo fijamente.

“¿Qué hace?”

“No hace nada.” Sonrió ante mi ignorancia. “Mezclas bebidas para ti mismo.”

Por supuesto sabía lo que era el alcohol, pero ninguno que conociera se mezclaba con nada. En fiestas, algunos agitadores pasaban con cosas hechas en casa, y había visto a mi papá tomar una copa de vez en cuando, pero nadie tenía el dinero para mezclar alcohol real con otros líquidos. Cuando miré a Kai tuve que recordarme a mi misma dejar de mirar su piel; no era callosa ni seca como el papel. Una débil esencia—jabón de verdad, me di cuenta—emanaba de su cabello. Era todo lo que podía hacer para detenerme a mi misma de tocarlo, y sentí que mi rostro se caletaba por el pensamiento.

El viaje fue lujoso y suave, nunca había estado en un coche así. Los neumáticos grandes de la limo absorvían cada sacudida en la carretera, y sus gruesas ventanas y puertas (a prueba de balas, dijo Kai) bloqueaban el ruido exterior. Apenas tuvimos tiempo para unas pocas palabras de conversación antes de que llegáramos a la entrada frontal de nuestro edificio. Martin estacionó cerca de la puerta sin guardia, luego vino alrededor para desbloquear las puertas. Kai le dio instrucciones para recoger mi bicicleta, y el hombre asintió en silencio. Esperó, con el arma lista, mientras nosotros subíamos. Mi padre abrió la puerta, limpiándose las manos en los muslos, pero cuando vio el agua, se detuvo.

“Gracias por invitarme a cenar,” dijo Kai.

“No tenías que hacer eso.”

“Papá.” Lo regañé. “Este es Kai.”

“Lo siento, ¿dónde están mis modales?” aceptó las jarras. “Gracias, Kai” añadió. “Es un placer conocerte.” Su voz sonó ronca.

Will apareció a su lado, y su mirada se fue derecho a las jarras de agua. Sin una palabra, tomó una botella de la mano de nuestro padre y dio vuelta atrás a la habitación trasera. Antes de que Kai pudiera hacer preguntas, lo hice pasar a la sala de estar, donde esperaban los guacamoles de nuestro padre. Estaba deliciosa, como siempre; la mezcla perfecta de salsa picante y cremosos cuasi-vocados.

Ya habíamos acabado con la mitad del cuenco cuando Will volvió. Sus ojos estaban enrojecidos, pero llevaba una amplia sonrisa.
“Bebió un poco,” dijo.

“Este es Kai.” Había sido grosero por parte de Will irse sin siquiera un asentimiento, pero si notó mi sarcasmo, fingió ignorarlo.

Saludó, se sirvió algo de guacamole. Pronto los chicos estuvieron sentados en el sofá hablando de las últimas cosas subidas a YouToo! y We! Seguí su conversación como si fuera un partido de Ping: de pantalla a pantalla a pantalla. Podrían haber sido hermanos de diferentes madres: uno rubio y suave, el otro desordenado y enjuto, ambos delgados y hermosos.

Nuestro padre volvió de la cocina. Kai miró su plato vacio con nostalgia. “Nunca había comido guacamole,” dijo.

“Es la especialidad de mi papá,” le dije.

“Mi papá no sabe cocinar,” dijo Kai.

“No he conocido a tus padres,” dijo nuestro padre. “¿Están registrados?” los adultos que habían pasado un riguroso control de seguridad tenían permitido viajar con libertad entre las bajas repúblicas y a menudo tenían trabajos diplomáticos o de importantes negocios.

“Mi padre es un perforador.”

Esta no era la respuesta que esperábamos, pero tenía perfecto sentido. Los perforadores eran especuladores, tomadores de riesgos, y a menudo ricos… si encontraban agua. Eso explicaba la limusina y el guardaespalda.

“¿Por qué no estás en la escuela?” preguntó nuestro padre.

“Mi papá me necesita, dice que no tengo que ir.”

“¿Qué pasa con tu madre?”

“Murió cuando era un bebé.”

Nos quedamos en silencio por un momento, recordando. Antes de que nuestra madre se hubiera enfermado, había poco que no hubiera hecho: actividades de la escuela, deberes de reciclaje, y montones de proyectos voluntarios. Había sido la mamá del agua-inteligente en mis clases de la escuela primaria. Para el baile de graduación de Will, le enseñó como bailar a los chicos.

Cuando recordaba esos tiempos, veía a mi madre con su sombrero verde favorito, su cabello rojo cayendo en tirabuzones en sus hombros. La gente decía que me parecía a ella, pero solo en las pecas; ojalá fuera tan bonita como mi madre. Cada vez que miraba mis propios brazos, mis manos y mis piernas, las pecas parecían burlarse de mi piel pálida y boca poco interesante, en absoluto como los vibrantes labios y altos pómulos de mi madre.
¿Quién querría besar esos labios aburridos o una pálida frente plana? Sabía que era lindo pensar esas cosas, pero pensar acerca de algo más solo me entristecía más.

“¿Por qué no vamos a la cocina?” dijo nuestro padre. “La cena está lista.”

Había puesto la mesa con los platos de porcelana ‘buenos’ que requerían desinfección antes de guardarlos, así como vajilla de plata, copas, e incluso platos pequeños para las papas fritas y la salsa.

Cuatro velas de grasa brillaban, derramando luz sobre el mantel favorito de nuestra madre: hilos de plata en una tela de rojo intenso. Tres cuencos de diferentes tamaños burbujeaban y humeaban. La comida en si misma era como una decoración, los pimientos de colores brillantes contrastando con los marrones de las judías y los tostados de las tortillas. Todo lucía perfecto.

Antes de sentarse, Kai sacó algo que lucía como un grueso lápiz láser de su morral. Levantó su camisa y pinchó la parte carnosa de su estómago, luego tomó su lugar en la mesa y alisó su servilleta sobre su regazo, como si nada hubiera pasado. No pudimos evitar quedarnos mirando.

“Es para el azúcar antes de comer,” explicó.

“Tienes diabetes,” dijo nuestro padre.

“Sí, desde que tenía trece.”

La diabetes era una enfermedad pasada de moda, una de la que había oído pero nunca visto. Los cuerpos de las personas con diabetes no producen insulina, sin ella, los diabéticos podían morir en semanas. Kai tenía su insulina metida dentro de un lápiz: medicamento de verdad que debía costar una fortuna, y eso lo mantenía vivo. A pesar de su salud, no obstante, Kai comía como si estuviera famélico. Amontonó sus platos, luego se sirvió una segunda vez… y una tercera. Incluso Will no pudo mantener el ritmo. Nuestro padre sirvió de las jarras de Kai, y cada uno bebió dos copas de agua. No podía creer cuan bien sabía: fresca y pura, casi como nada en absoluto; no había regusto, ningún indicio persistence de sal o algas. Sostuve la copa en el aire, y el agua destelló dorado, verde y plateado a la luz.

“Es deliciosa,” dije.

“La perforamos de un acuífero de una república supeior,” dijo Kai.

“Pensé que lo habíamos drenado todo de nuestros acuíferos,” dijo Will.

“No todos, todavía quedan algunos… si sabes donde buscar. Tienes que llegar bajo la superficie.”

“¿Cómo sabes donde buscar?”

“Mi padre sabe.”

Por supuesto, ningún perforador compartiría sus secretos. Había montones de cuentos sobre cómo los perforadores encontraban agua—adivinando cañerías y especialmente entrenando animales, manchas solares y rayos de luna. Pero si alguno de estos métodos funcionaba, no había pantallas que lo verificaran y ningún testigo aparte del perforador mismo y sus confidentes más cercanos.

El agua era dinero, y el dinero era poder, y nadie dejaría uno sin la promesa del otro.

“Hubo una vez agua que fluía en los ríos de las montañas al mar,” dijo nuestro padre.

“Eran de miles de kilómetros de largo,” añadió Kai. “Durante las lluvias podían inundar y quitar todo.”

“Sí, podías beberla y bañarte en ella; las personas incluso usaban los ríos para limpiar sus ropas.”

Cuando los profesores enseñaban sobre esos tiempos, lo hacían parecer como que los ríos eran vistos como carreteras incómodas y costosas, gastando recursos derramándolos en el océano.

Ahora las presas capturaban toda el agua, dando energía a turbinas, e irrigando la tierra. El agua era demasiado valiosa para dejarla inundar las praderas y derramarse en el mar.

“Su madre y yo navegamos en un río una vez,” dijo nuestro padre. “Era espeso, rápido, y, en algunos lugares, de cientos de metros de profundidad.”

“¿Cuándo fue eso?” pregunté.

“Antes de que hubieras nacido, en Sahara, cuando era conocido como África.”

Nunca había escuchado esta historia antes, pero sabía que a mi padre no le gustaba hablar de tiempos anteriores, el mundo antes de las guerras y que el agua escaseara. Cuando era un niño, todavía había campos verdes y lagos azules; los niños jugaban deportes afuera, como béisbol y fútbol, eso ahora existía solo en las pantallas.

Podías acostarte en una bañera llena de agua caliente sin ninguna razón excepto para relajarte. Parecía tonto, gastardor y maravilloso, vivir como si el cielo fuera interminable y el tiempo en si mismo no tuviera medida.

“¿Crees que alguna vez seremos capaces de viajar por un río otra vez?” pregunté.

“No.” Nuestro padre sacudió la cabeza tristemente. “Pero mucho tiempo después de que la gente se haya ido, los ríos regresarán.”

Nunca había escuchado a mi padre hablar así, y me pregunté si la presencia de Kai había soltado su lengua.

Luego Kai habló. “Conozco un río.”

“¿Dónde?” pregunté.

“No puedo decirlo.”

“¿Puedes navegar por él?”

Kai ingonró mi pregunta. “Mi padre me contó.”

“Dinos,” dijo Will. “Podemos mantener un secreto.”

“Se lo prometí a mi padre.”

“Si tu padre conoce un río,” dijo nuestro padre, “debería decírselo al gobierno.”

Kai se rió, no sonaba en absoluto como un niño, su risa era áspera y distrída, como un adulto cacareando por un broma sucia. Para decir la verdad, me asustó un poco. “El gobierno es estúpido,” dijo.

Esto era escandaloso, incluso Will parecía en shock. Nadie decía eso acerca del gobierno. Podía resultar que una persona, incluso un adolescente, fuera arrestada.

“Kai,” dijo nuestro padre gentilmente. “No decimos esa clase de cosas.”

“¿Por qué no, si son verdad?”

Nuestro padre suspiró y miró hacia abajo sus manos, luego alzó la mirada y dijo: “Estos son tiempos díciles, Kai. No es como cuando yo era niño, teníamos que vigilar como que comíamos y bebíamos y ser cuidadosos con lo que decíamos. El Mundo es un lugar peligroso, y el gobierno solo está intentando protegernos. Hay personas malas ahí afuera que quieren hacer cosas malas. A veces, para protegernos a todos, algunos de nosotros no podemos decir todo lo que queremos decir.”

“Es por el agua, ¿no es así, papá?” preguntó Will.

“Comenzó con el agua,” dijo nuestro padre. “Pero ahora es sobre tantas cosas diferentes.”

Will entrecerró los ojos, su ojo izquierdo casi cerrado, el verde en su iris como brizna o una esmeralda. Sabía que estaba pensando sobre la guerra, y el ejército, y lo que le aguardaba el próximo año. Yo también lo estaba pensando.

Todos pasaban un año con los militares, luego cinco años después en reserva activa. Teníamos que proteger Illinowa, proteger la tierra y el cielo. Pero los Rieles parecían un largo camino de Basin, y me pregunté quién estaba protegiendo a quién, realmente.

Un claxon sonó afuera señalando la última hora antes de que la red se apagara. Podía escuchar el coche esperando afuera, el bajo zumbido de su motor como la red misma. Kai miró a nuestro padre con frialdad; repentinamente no lucía para nada como un chico. Su rostro estaba planeado por sombras, y su cabello rubio colgaba sobre sus ojos.

“El gobierno les está ocultando secretos,” dijo.

“¿Qué tipo de secretos?” preguntó nuestro padre.

“Del tipo que no quieren saber.”

“Bueno, entonces probablemente es mejor que no sepamos.”

La sonrisa de nuestro padre fue una línea apretada, pero Kai no sonrió en absoluto.

“El río es el comienzo,” dijo. “Si no pueden controlarlo, podemos comenzar de nuevo.”

Un nuevo comienzo, pensé, sin hambre, sed, o guerra, un río podía ser como una máquina del tiempo, entrar en el mismo lugar y este ya estaba cambiado. Pero me pregunté si habría agua suficiente alguna vez para comenzar de nuevo.

Kai me observó a través de la mesa, sus ojos con los párpados caídos, las pupilas apenas visibles. Su piel brillaba, y sus labios brillaban húmedos. Cuando habló, su voz era suave y baja.

“Algún día,” me dijo suavemente, “te llevaré allí.”

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Mensaje por Pamee Mar Jul 26, 2011 2:37 pm

Pueden descargas los 3 primeros capítulos de AQUI para que vean el diseño :)
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Mensaje por Invitado Mar Jul 26, 2011 8:23 pm

owwwwwwwwww me encanta Kai!! super tierno con Vera XD jeje y sin miedo a decir lo q piensa XD

gracias x el cap pamee!! me encanta tu firma!! jaja quien es???
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Mensaje por Pamee Mar Jul 26, 2011 8:29 pm

Cameron Mitchell The Water Wars - Cameron Stracher 767268 Pero no lo mires mucho The Water Wars - Cameron Stracher 446116
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Mensaje por Invitado Mar Jul 26, 2011 9:51 pm

jajajajaj comprendido capitana :) jajaaj es q ya de tanto verlo a Cameron lo veo como Kai XD jejej
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Mensaje por Pamee Mar Jul 26, 2011 9:52 pm

Awwwww y encima es rubio!!! aksjkajsk me encantó ♥
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Mensaje por Invitado Miér Jul 27, 2011 7:18 am

Gracias por las descargas! Me gusta el diseño Razz
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Mensaje por Invitado Miér Jul 27, 2011 12:24 pm

Pamee escribió:Awwwww y encima es rubio!!! aksjkajsk me encantó ♥

EXACTO!!! jajaja
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Mensaje por Invitado Miér Jul 27, 2011 4:33 pm

Gracias por el capi y por la descarga, ahora a leer!!!
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Mensaje por Pamee Miér Jul 27, 2011 4:34 pm

Anaid Ivashkov escribió:
Pamee escribió:Awwwww y encima es rubio!!! aksjkajsk me encantó ♥️

EXACTO!!! jajaja

The Water Wars - Cameron Stracher 92571 mejor que no, pq sino tendría que compartirlo ¬¬
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Mensaje por Invitado Miér Jul 27, 2011 7:27 pm

jajaja chica posesiva Razz
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Mensaje por Selene Lun Ago 01, 2011 4:30 pm

Gracias por la traducción, este libro se ve muy interesante.
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Mensaje por tania_salvatore Miér Ago 03, 2011 2:13 pm

gracias por el capitulo.
no se porque no recibo las notificaciones de que hay un nuevo mensaje. The Water Wars - Cameron Stracher 3871085570
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Mensaje por Pamee Miér Ago 03, 2011 4:00 pm

Revisa en tu perfil, preferencias, a lo mejor se desactivó la opción de vigilar los temas
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Mensaje por Invitado Dom Ago 07, 2011 4:27 pm

Chicas cuando van a colgar otro capi?? The Water Wars - Cameron Stracher 725485
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Mensaje por Pamee Dom Ago 07, 2011 4:39 pm

No está corregido!! Ando con Aces Up y otras cosas así que no tengo mucho tiempo para corregir :/ por eso está sin corrección, pero en cuanto lo corrija se los edito :D

Capítulo 4
Traducido por Natciely lane

Luego de que Will y yo nos obsesionamos con el río de Kai, sin importar cuántas veces le preguntamos, engatusamos o lo adulamos, Kai no nos dijo nada más. Su papá le hizo jurar silencio, y por más que él quisiera impresionarnos, el temor por su padre era mayor.
Pero eso no nos detuvo a seguir intentando.
Una mañana cuando Kai nos encontró en la parada de autobús, Will dijo “¡Kai, vamos al río hoy!”
Kai dijo, “Ustedes no pueden sólo recogerme y caminar allá”
Entonces supimos que estaba más allá de los límites del Arco.
Otro día dije “Desearía que pudiéramos llevar un bote a ese río”
Y Kai dijo, “No es un río para dar paseos en bote”
Entonces supimos que el río sería poco profundo y de aguas rápidas.
De esta forma, aprendimos cosas sin que Kai siquiera supiera. Aprendimos, por ejemplo, que el río atravesaba la frontera con la República de Minnessota- territorio tupido de piratas. Aprendimos que los hombres han tratado de encontrar el río por años, pero se han dado por vencidos, porque pensaron que era un mito. Aprendimos que el agua del río se inició en lugares secretos donde ningún hombre podría alcanzar, en montañas altas, riscos y profundos valles protegidos por vientos violentos.
Pero no pudimos convencer a Kai de decirnos su localización.
Después de un mes. Nuestra madre no mejoró.
Nuestro padre parecía más cansado y demacrado que antes.
Los días se volvieron más cortos pero no más frescos.
Los comerciantes adornaron sus ventanas con banderas amarillas, doradas y rojas para recordarnos el otoño, pero no pudieron disfrazar la uniformidad monocromática de la tierra y el cielo.
El viento sopló más fuerte y ningún baño seco podía remover el polvo integrado de forma permanente debajo de nuestras uñas y pegado a nuestra propia piel.
Cada mañana veía a Kai en la parada de autobús cuando iba a la escuela y él estaba esperando ahí, cuando Will y yo regresábamos. Parecía aburrido e intranquilo, pero se rehusaba a ir a la escuela, porque no tenía que hacerlo. “No te enseñan nada ahí” decía “Nada que valga la pena conocer”
Yo no estaba de acuerdo, había aprendido mucho en la escuela- acerca de mariposas y gusanos de arena; sobre el desagüe y absorción; acerca de cómo el agua está hecha de gases que flotan en el aire.
“Si no vas a la escuela, te enviarán directo al ejército” decía.
“Will irá al ejército” Kai contestaba
Al menos el servicio de Will sería sólo por doce meses. Los chicos que abandonaban la escuela terminaban en el ejército por años- o peor.
Sin un trabajo en el exterior o un patrocinador no tenían nada porqué salirse y el ejército tenía pocas razones para liberarlos.
“De cualquier manera, yo tengo un trabajo. Trabajo para mi padre”. Kai me recordaba.
Habían pasado dos meses desde que lo conocí, y seguía sin haber visto a Kai hacer ningún trabajo para su padre. Pero él insistía que estaba ahí cuando su padre lo necesitaba y yo no sabía suficiente acerca del negocio de la perforación para reconocer si eso era sólo una excusa.
Estábamos caminando en dirección hacia mi edificio, el único en el camino por millas. En la distancia podíamos ver la fachada colapsada de un centro comercial: ladrillos agujerados y metal corrugado. No había gente suficiente que siguiera comprando cosas y la mayoría de los negocios fueron cerrados o regresados al centro. Los carroñeros habían recogido los más valiosos materiales y el resto del edificio estaba cayendo lentamente en un montón. Eso era lo que le parecía tanto a todos en el Arco- y todos en la república entera, por lo que yo podría decir. Las personas se reunieron muy cerca, uno del otro, y cualquier desprotegido era dejado a los criminales y los elementos.
Todo se venía abajo. Eso era lo único constante.
En nueve meses perdería a mi hermano debido el ejército. No podía soportar pensar lo que pasaría una vez que dejara la casa. Él me prometió que estaría bien pero yo sabía que los chicos eran abandonados todo el tiempo y eran cicatrizados para siempre. Si algo le pasaba a Will, yo no sabía si podía continuar.
Y ¿qué sobre Kai?
Cuando pensaba sobre él, sentía una repentina descargar trepar por mi cuello. Le lanzaba miradas de soslayo, pero él parecía no notarlo. No se parecía en nada a los héroes misteriosos y musculosos de las historias románticas que a veces leía. Por otra parte, era demasiado joven para tener un novio- eso era lo que mis padres habían dicho- a pesar de que muchas de las chicas de mi edad tuvieran una pareja. Había un chico el año pasado que me había seguido por todos lados, pero era raro, y me dejó en paz cuando Will amenazó con darle una paliza. Con Kai, sin embargo, me ponía más nerviosa mientras caminábamos más lejos, y no oí cuando preguntó si podía visitarme.
“Si tú quieres”. Contesté después de que repitió su pregunta. “Mi padre debe estar en casa”, añadí, en caso de que tuviera una idea equivocada.
Entramos al terreno de nuestro complejo, pasando la guardia de la estación vacía y las desmoronadas e inútil barreras de concreto. Hace mucho tiempo, estos edificios habían sido construidos para los jubilados quienes necesitaban seguridad y cuidado extra. Pero en esos días muy poca gente vivía lo suficiente para jubilarse y no había dinero para su cuidado de todos modos. Los guardias desaparecieron primero, seguidos por los de conservación y mantenimiento. Ahora tenemos parcheadas nuestras propias paredes y rezamos para que el cableado eléctrico no falle.
Kai subió los escalones delante de mí, sus pantorrillas se trazaban contra la fina tela de sus pantalones. Tocó el timbre y mi papá nos recibió. Nos ofreció un aperitivo de galletas saladas y queso de soya, por lo que Kai estuvo feliz de aceptar. Comimos en la sala de estar y jugamos juegos de mesa. La pantalla brillaba suavemente en el fondo transmitiendo su flujo constante de noticias, entretenimiento e información. Nosotros lo ignoramos. Era muy temprano para la tarea y yo nunca tenía mucha de todas maneras. Will regresó y los tres intercambiamos historias mientras que Will trataba de extraer más información acerca del río.
Pronto, esto llegó a ser nuestra rutina regular. Nuestro padre solía dejar la puerta sin seguro y un plato de queso y galletas saladas en la mesa. La mayor parte del tiempo nos saludaba desde la cocina, pero a veces él no nos molestaba. Kai y yo nos sentíamos cómodos con la ausencia de mi padre y casi olvido la tensión de tener un chico en mi casa sin la supervisión de un chaperón. Al final de cada día, cuando la limusina negra llegaba afuera del edificio, Kai parecía renuente a irse. En más de una ocasión, nuestro padre se compadecía y lo invitaba a cenar. Entonces solíamos prolongar nuestros juegos o narraciones de cuentos hasta que finalmente era tiempo para hacer mi tarea. Después de mucho tiempo que Kai se había ido, solía tomar un baño seco, ordenaba mi ropa para la mañana y leía la colección de “Grandes libros del siglo XX” de mi madre: un conjunto de diez volúmenes con las páginas rasgadas, la encuadernación quebrada y garabateos con lapicero- el único volumen de papel encuadernado en nuestra casa.
“Pobre chico” solía decir nuestro padre.
“Él no es pobre” decía Will.
Pero sabíamos lo que él quería decir. Sólo teníamos que mirar dentro del cuarto para imaginar lo que debía ser perder a tu madre a temprana edad. Kai fingía indiferencia, pero yo entendía mejor de lo que él creía. Cuando traté que él me hablara sobre su mamá, él se encogió de hombros y dijo que realmente no la recordaba. No decía mucho sobre su padre tampoco, excepto que viajaba mucho. A pesar de que había declarado abiertamente que tenía diabetes y me había mostrado el funcionamiento de su lápiz de insulina, no hablaba mucho acerca de la enfermedad. Sólo hablaba acerca de los mecanismos para tratamiento de sí mismo.
La mayor parte del tiempo hablábamos, de recolección, aventuras y lugares que queríamos ver. Kai mencionó el gigantesco Océano Ártico, tan grande que había tragado Islandia y la mayor parte de Groenlandia. Le dije que a mí siempre me habría gustado ver la Gran Presa de China. Jugamos juegos de mesa, de palabras y de números. Kai tenía una memoria impresionante y siempre podía recordar el lugar donde una carta había sido escondida o cuando una pieza era jugada al final. Kai ganaba la mayoría de los juegos e incluso podía vencer a Will en “counts”, un juego de cartas que requería una mano rápida e incluso una más rápida mente para números.
Cuando Kai se iba de nuestra casa, Will y yo nos quedábamos hasta tarde especulando acerca de él. Will decía que Kai le temía a su padre y la carga de mantener el secreto del río. Yo decía que Kai extrañaba a su madre y lo que se perdió sin ella. Will me molestaba y decía que me estaba enamorando de él. Yo le decía que no estaba interesada en chicos- especialmente no de uno cuyo padre ni siquiera nos dejaba visitar su casa. Después de un largo rato dejábamos de hablar, me recostaba en la cama pensando sobre la forma en que el pálido cabello de Kai caí sobre sus ojos y cómo él ladeaba su cabeza como si estuviera rezando cuando me escuchaba hablar.
Un fin de semana por la mañana nuestro padre nos sorprendió con tres pases para el Gaming Center. Era un lugar que rogábamos por ir pero usualmente no podíamos darnos el lujo de pagar- desde que habíamos ido a una fiesta ahí el año pasado, era todo sobre lo que hablábamos. Era un tibio sábado seco sin señales de lluvia, pero de repente el día parecía prometedor. Nuestro padre nos explicó que había tratado algo del agua de Kai por los pases, pero me di cuenta que no había agua faltante. Sin embargo, no cuestionamos nuestra buena fortuna; sólo tomamos los pases y aseguramos a nuestro padre que llevaríamos a Kai.
En cinco minutos estábamos vestidos y listos para irnos- pero nos tomó otros treinta minutos localizar a Kai en el Wireless. Primero no teníamos señal. Después tuvimos señal pero no respuesta. Finalmente, Kai nos mandó un mensaje de texto a través de la red inalámbrica e hicimos planes para encontrarnos. No podíamos usar nuestros pediciclos porque Kai no tenía uno y la limusina negra estaba con su padre- así que nuestro padre le dijo a Will que podía tomar nuestro carro. Will saltó ante la oportunidad.
Cuando llegamos, Kai estaba esperando afuera de su edificio, luciendo igual a aquella mañana en la que nos conocimos. Pero él sonrió ampliamente cuando vio a Will manejando y de hecho saltó un paso o dos a su paso hacia nuestro carro. “lindo auto” dijo cuando entró al carro, a pesar de que el viejo carro no era nada de eso y lo que hizo que todos riéramos. Conducir algo era inusual, debido a la gasolina tan difícil de conseguir y la energía eléctrica tan poco confiable. Will se sentó un poco más alto en el asiento del conductor, mientras nosotros dirigíamos el camino hacia la carretera.
La calle principal estaba llena de baches y en ruinas. La mayoría de las viejas tiendas habían sido cerradas o reconstruidas para vender las cosas que todavía comprábamos: lonas, tazones, frijoles secos, pan de soya y pequeños equipos de construcción. Habían cinco ferreterías, pero no habían farmacias, habían tres tiendas de armas, pero no bancos. Las señales de viejos tiempos todavía podían verse en las fachadas de edificios sellados: Gap, Starbucks, Abercrombie & Fitch- comercios que habían vendido cosas que las personas no necesariamente necesitaban pero que siempre querían.
El Gaming Center estaba en la mitad del pueblo, junto al parque de generación del agua. Había sido construido de las ruinas del viejo edificio de gobierno que había sido bombardeado cuando Illinowa declaró su independencia del gobierno nacional en Washington- cuando habían cincuenta estados y no seis repúblicas. El administrador en jefe tuvo su oficina en el último piso y cualquier gobierno que existía en el Arco, llevaba a cabo sus negocios en el piso superior.
Will giró el coche alrededor de la parte delantera y lo ubicó en el estacionamiento abierto. Nuestro padre nos había dado fichas de crédito, y a pesar de que Kai, sin duda, no necesitaba, las aceptó amablemente. Nos lanzamos del carro tan pronto como Will apagó el motor y entramos al centro del murmullo de la unidad de ventilación y el zumbido de los generadores, consolas y jugadores.
A pesar de que el frente del centro estaba abierto, el resto del edificio estaba sin ventanas, lo que reducía el resplandor sobre las consolas. En lugar de ventanas, los dueños habían pintado murales: exuberantes bosques, niebla levantándose de los árboles, animales exóticos jugueteando en la maleza. El efecto era tanto estimulante como melancólico, pero después de un rato el sentimiento desaparecía reemplazado por algo como anhelo.
Esto hacía que los jugadores jugaran más rudos y por más tiempo, buscando el narcótico de los juegos. Esto era, por supuesto, la razón por la que el centro era decorado de esta manera. Los jugadores entraban, pero no salían hasta que habían gastado hasta la última de sus fichas de crédito.
Mientras que el centro tenía en parte niños y adolescentes, también, habían grupos de agitadores- hombres en su mayoría- quienes lucían como si estuvieran jugando por toda la noche. Al igual que muchas personas mayores, cuyas manos se agitaban desde años a causa de la sed. Además, tenían esa mirada salvaje como de adictos a las drogas, con cabello desaliñado y con ropa que parecía como que hubieran dormido en ella. Deslizaron sus pases de juego enfrente de las máquinas como robots, un barrido mecanizado tras otro. Incluso cuando ganaban, sus ojos continuaban vidriosos y entusiastas. Una victoria, otro juego gratis, no tenía sentido. Todo lo que importaba era la droga por sí misma. El propio administrador en jefe se decía ser un fan ávido y podría encontrarse aquí con sus compinches por mucho tiempo después del anochecer.
Kai me tocó el brazo. “Tiroteo” dijo.
Will ya había huido a jugar los juegos de carros que era lo que más le gustaba. Podía verlo en los pedales de un carro de carreras, ambas manos trabajando intensamente para controlar el curso. Él ni siquiera nos notó mientras pasamos por delante, pero lo mantenía a la vista.
Kai era un terrible tirador. Sus habilidades con los números no sustituían su vista aguda. Jugamos cinco veces en una vuelta y lo vencí en cada juego. Perder, sin embargo, no empañó su diversión. Él gritó y gritó y gritó. Mientras moví a mis hombres para evitar sus cohetes él simplemente se sentó en la intemperie y recibió los tiros. Si tenía una estrategia, era disparar con furia e indiscriminadamente con la esperanza de superar con cantidad lo que no pudo con calidad.
“¡Eso fue divertido!” dijo. “Doble o nada”. Su rostro estaba ruborizado, y había empujado su cabello por encima de su frente.
“Ya me debes más fichas de crédito que las que tienes”
“Apostemos algo más”
“¿Como qué?”
“¿Qué es lo que quieres?”
¿Qué es lo que quería? Él me miraba expectante mientras trataba de ordenar el rompecabezas confuso que era mi mente. Pero no podía decir, así que sólo dije “Esta bien, un juego más, pero después jugamos algo más”
Lo vencí por sexta vez, y él bromeó llamándolo suerte de principiante. No fue suerte le dije por si lo decía en serio.
Jugamos otro juego llamado “Geyser” donde el objetivo era encontrar agua y hacerlo emerger en un poderoso chorro. Entre más alto era el chorro más puntos obtenías. No me gustaba gastar toda esa agua-incluso en un juego- y me retiré después de dos intentos. Kai jugó tres veces más por su cuenta y deambulé a través de la arcada. Había un stand de “¡YouToo!” donde podías filmarte a ti mismo, agregar música o mezclar otros videos, y mandarlos en la red inalámbrica. Dos chicas realizaban una torpe rutina de baile, la cual inmediatamente cargaron y vieron en una de las grandes pantallas que transmitía una secuencia continúa de contenido a cualquier persona con una conexión inalámbrica. A pesar de que la mayoría de las casas carecían de la tecnología de transmisión, casi todos tenían una Wi-screen para ver y enviar mensajes de texto. En cuestión de minutos, recibían diez mil vistas y punteaban de 1.2 de 5. Desilusionadas, las chicas insistían en hacer otro video y yo seguí adelante.
Un grupo de chicos estaba amontonándose detrás de Will, animándolo mientras ponía un nuevo puntaje alto en el “Corredor de la muerte”. Cerca, tres chicas trataban de atraer la atención de los chicos. Por Kai, dos hombres con idénticas camisas azules y pantalones negros jugaban su propio juego de Geyser. Tenían un momento terrible, mientras averiguaban cómo jugar y sus ojos recorrían la pantalla. Era un desperdicio de crédito pensé; al menos podrían hacerse a un lado y dejar que alguien más tomara un turno. Pero sus bajos puntajes no decaían su adicción a perder.
Caminé hacía Will. Dejó de jugar para platicar conmigo. Esto me ganó miradas de admiración de algunos chicos y miradas de las chicas. Will preguntó si quería competir contra él, pero sabía que no debía competir con él en el juego que mejor jugaba. En lugar de eso, le sugerí que competiera contra Kai.
Los chicos eligieron sus carros. Kai eligió un coupe eléctrico verde lima, mientras que Will seleccionó un carro de agua azul terciopelo. Los coches fueron dirigidos por dos paletas de mano, la velocidad era controlada por un pedal. Otra palanca era el cambio de velocidades. El curso que Will seleccionó fue una tundra ártica, poblada por osos polares y focas bebés- animales que alguna vez habían vivido donde el terreno aún estaba congelado. La pistola sonó y Will voló sobre el paisaje, su piloto esquivaba la nieve y navegaba los caminos de agua bajo cero. Kai resbalaba y se deslizaba sobre la carretera con curvas, chocando en muchas ocasiones contra las laderas de las montañas heladas. Una vez se fue directo sobre una colonia de focas, perdiendo miles de puntos por cada foca que golpeó.
Pero Will y Kai tocaban sus bocinas ruidosamente como si estuvieran en una carrera real en lugar de un juego. Su entusiasmo se extendió a la pequeña multitud de adolescentes quienes se habían reunido alrededor de ellos. Las chicas que ya habían descubierto que Will era mi hermano, deseaban saber donde vivíamos y que clases tomábamos. Los chicos le gritaban consejos a Kai, dándole tips de cómo evadir el camino traicionero y la manada de osos que trataban de emboscarlo. Yo no podía dejar de sonreír. Era lo más divertido que hacíamos en mucho tiempo. No importaba que sólo fuera un juego- e incluso no uno muy bueno. Jugando juntos, estando ahí con Kai y mi hermano y un grupo de chicos podía imaginar que éramos amigos, me hacía olvidar que mi madre descansaba enferma en su cama, horriblemente, inexplicablemente enferma. Los estupefacientes del juego hicieron su magia, y estábamos siendo arrastrados en su interior.
Los coches corrieron hacía la línea de meta. Arriba y abajo, alrededor y a través. Will estaba imbatible e imparable, y yo estaba orgullosa de ser su hermana.
Entonces tuve una sensación incómoda, un hormigueo en la parte trasera de mi cuello, como si alguien estuviera mirándome. Desde la esquina de mi ojo, vi a los dos hombres en camisas azules observándonos, con sus cabezas gachas, con miradas inclinadas en nuestra dirección. Parecían anormalmente interesados, sin prestar atención a nadie más en el lugar.
Pero cuando giré, los hombres se habían ido, y yo me pregunté si en realidad los había visto.
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Mensaje por Invitado Dom Ago 07, 2011 5:55 pm

Chan chan chan chan....quienes serán?? =O esto se esta poniendo interesante! tal vez sean del gobierno, esperando a q Kai los dirija al rio ;) jjajaja
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Mensaje por Karina_Matthew Lun Ago 08, 2011 5:41 pm

A lo mejor estan vigilandoley son los ke hacen desaparecer a kai....
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Mensaje por Invitado Lun Ago 08, 2011 6:21 pm

Si deben ser los que se llevan a kai.. The Water Wars - Cameron Stracher 692914

Gracias por el capi!!!, cada vez se pone mejor la historia!
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Mensaje por Pamee Sáb Ago 13, 2011 8:01 pm

No está corregido, ni siquiera lo he leído, así que no sé que tal la traducción. Cuando pueda lo corrijo y se los edito, junto con el 4 :D

Capítulo 5
Traducido por Margareth

La próxima tarde Kai me escribió un mensaje de texto a mí para ver si quería ir al barrido. En las colinas de corto detrás de su apartamento se encontraban los restos de un antiguo molino. Había sido abandonado en el Gran Pánico, antes de que naciéramos. La fábrica es ahora una aglomeración en descomposición de edificios vacios, silos rotos, y camiones desglosados.
Lagartos y serpientes enroscadas en las ruinas. Nuestro padre nunca nos advertido de ir allí, él afirmó que fueron los peligros y las enfermedades, pero Kai dijo que era seguro.
Era domingo, y Will se encontraba en una misión de la clase respecto al agua. Este verano, tendría que pasar un mes trayendo el agua a ciudades menos afortunadas.
No importaba que apenas hubiera suficiente agua para nosotros mismos, el gobierno ordeno servicio público, y no había más remedio que obedecer.
Will dijo que era sólo una excusa para conseguir manos de obra libre, pero incluso él no se atrevió a desafiar los riesgos. Fue en los "campos de la educación", donde las personas que se opusieron y se les enseñó la responsabilidad social. Las "lecciones" dejaron daños y destrozos Monté mi bicicleta al complejo de Kai y
cerré con llave la puerta principal. Kai me estaba esperando al final de la unidad. El tenía una sonrisa en su cara cuando me vio y me dio un pequeño hola con su mano. Cada vez que lo veo de pie, pongo una cara de expectativa, mi corazón fue hacia él.
Era algo cauteloso, retenido en su sonrisa. Los perforadores no confiaba en nadie, y sus niños aprenden a ser cautelosos y astutos.
Kai me llevó a través de la rala de cactus, fueron las únicas plantas que sobrevivieron por meses sin agua. Él
no dijo mucho, así que seguí a todas las preguntas que me hice a misma. Las colinas fueron suaves y progresivas, pero pronto se cansó de caminar cuesta arriba. Nos detuvimos por unos pocos minutos, y me dio una botella sellada de agua dulce que aun estaba fría. Nos sentamos a un al lado de la barrera de hormigón cubierto de un liquen grisáceo y nos sacudimos la ropa. Bebí, y luego bebió Kai. Nuestros pies levantaban polvo.
Antes del Gran Pánico, la fábrica producía harina de maíz, la cual era suministra en todo el país. Una vez que los canadienses tenían represado los ríos, los estados inferiores comenzaron pelear por el desorden que se mantuvo,
no era suficiente agua para cualquier industria, y mucho menos como es el agua para obras de la molienda. Las
masas de nieve y hielo habían desaparecido, víctimas de las temperaturas más cálidas y un mayor nivel del mar.
Los acuíferos y lagos de la superficie se habían secado o habían sido contaminados. Los bosques húmedos fueron drenados y despojados.
El agua fresca y potable fue de las manos de unos pocos cuya empuñadura creció más estricta como el mundo creció más seco. En verdad no había suficiente agua por años. Nuestro padre nos contó la historia que no
dicen en la escuela. La lluvia cayó, pero no se pudo reponer lo que se había ido. El crecimiento demográfico hizo
peor la escasez. Aunque el planeta estaba sobre todo en agua, menos de una décima parte del uno por ciento
era potable. Los disturbios estallaron en las ciudades. Países divididos en repúblicas.
Guerras estallaron a lo largo de sus fronteras. En el la mayoría de cientos de millones después habían muerto
de enfermedades y la mal nutrición. El Gran Pánico puntuado que los hombres ya sabían, pero aún de alguna manera se negó a aceptar: el mundo se había quedado sin agua.
"¿Dónde crees que los trabajadores ha estado?"
Yo preguntó.
"¿Después de cerrar la fábrica?"
Kai negó con la cabeza. "No hubo ningún lugar para ir. "
"Los aviones nunca bombardearon."
"No tenían por qué."
Me tendió la mano para ayudarme a levantarme. Nosotros continuamos subiendo hasta llegar a la entrada del antiguo molino. Sabíamos que era la entrada, porque parte de un signo roto todavía colgado por encima del suelo. De lo contrario, no lo hubiésemos reconocido. De madera y vigas de acero bloqueado nuestro paso, y una maraña de circuitos colgaban del techo como las correas.
Kai dijo que la fábrica tenía tanto poder que nunca los trabajadores apagaron las luces y utilizaba veinte unidades durante toda la noche, incluso cuando los edificios estaban vacíos. Ya sabía esto desde la escuela, pero dejé Kai me conferenciaba. Él dijo que el agua corría a través de las tuberías y no era necesario filtrarla o tratarla, que podría ser bebida directo del grifo. Esto no era del todo cierto. Las gigantescas plantas de tratamiento de agua purificaban y añadían productos químicos como el cloro para matar las bacterias. Había visto los holos en el archivo. Sin embargo, las cosas eran más seguras entonces, y nadie se enfermaba sólo por tomar una ducha. Kai me cogió la mano todo el tiempo que hablaba. Ninguno de los dos dijo nada al respecto, pero podía sentir su corazón latiendo en el pulso de la palma de su mano. Me preguntó si esto me hacia su novia. Cuando las niñas en la escuela tienen novio, por lo general llevaba un medallón o un viejo artículo del muchacho o prendas de vestir. Tal vez, pensé, eso es lo que el agua fue. Me agarre con fuerza a la botella vacía.
Nos sierran nuestro camino a través de las vigas y los cables. En cada paso Kai me advirtió evitar un agujero, un clavo o una tabla. Finalmente, se coloco en el centro del piso de la fábrica. Las viejas máquinas fresadoras de cuclillas como animales, todos los engranajes oxidados y las piezas rotas. Se habían quedado en combustible Diesel, refinados y procesados a partir de aceite aspirado de las profundidades de la tierra. Pero el petróleo era demasiado precioso para quemarlo en una máquina. En estos días estaba racionado y solo lo usaban para los depósitos de energía, los chorros y los coches de los ricos hombres como el padre de Kai. Era difícil creer que el aceite había sido tan abundante que la gente pudiera agarrarlo siempre que quisiera. Pero muchas de las viejas costumbres de derrochar, como dejar agua pulverizada en la calle por la única razón que correr a su alrededor bajo en un día caluroso.
Pensé en los otros costos involucrados en la molienda de granos. No sólo había aceite y electricidad para las máquinas, camiones, unidades de ventilación, luces y refrigeradores, pero no toda el agua suficiente para cultivar los granos en primer lugar. Millones de hectáreas de tierras agrícolas se dedicaron al maíz, soja, trigo y centeno. El gobierno construyó miles de kilómetros de acueductos con agua de los ríos hasta la mitad de todo el país y
se lo llevó a las granjas. Había lugares en el desierto que de pronto floreció con viñedos y naranjos. Ciudades sin agua fueron transforma en paraísos verdes donde la gente jugaba juegos en extensiones de hierba perfecta. En todas las ciudades surgió el polvo y el barro, sus agujas alcanzaron el cielo y sus raíces profundas en la tierra. Se chupó el agua como si fuera su patrimonio y escupió de nuevo en las aguas residuales la tierra. No había límite a los recursos de la Tierra, hasta que no había nada más a la izquierda.
Caminamos sobre y alrededor de las máquinas como grandes camiones. En todos los edificios las ventanas se hicieron añicos, y las paredes se lavaron de algo valioso. Los pisos y techos se derrumbaron, y le ponen armaduras y astilladas en todas partes. Algunas de las oficinas interiores están intactas, pero que estaban completamente vacías de muebles, paneles, y cualquier otra cosa que se quemaran. El cableado de cobre había sido despojado y las máquinas le habían robado el combustible de limpieza para su uso durante los fríos inviernos La parte trasera de la fábrica estaba abierta a los cerros detrás de él. Fue aquí donde los camiones se detuvieron a llenar el depósito de sus cargas de grano molido. No había ningún camino que se acercará alrededor de los edificios, se abrió camino por debajo de una pila de ascensores. El camino era muy erosionado, más arena y roca que el concreto, pero era plano y libre de escombros. Caminamos por la fábrica y fuera en la carretera, le seguimos hasta que llegamos a una quebrada que corta el camino en dos. Un puente corto en acero se había dado paso otra vez, pero se derrumbó en la zanja, víctima de demasiados cruces y tiempo.
"De esta manera," dijo Kai, dando un paso hacia abajo en la zanja. Él no se dio la vuelta y caminó como si sabía dónde se estaba dirigiendo. Se me ocurrió entonces que este viaje para explorar el molino no era lo que parecía: no es un azar errante entre las ruinas, pero un viaje planificado con un guía experimentado. Kai caminaba con un propósito, navegar por el camino lleno de baches como el que penosamente había allí antes. Él me soltó la mano
y esperaba que lo siguiera
"¿A dónde vamos?"
"Quiero mostrarte un secreto."
Caminamos unos quinientos metros por el barranco y, Kai subió a la empinada ladera a distancia de la fábrica. No había ningún sonido, excepto nuestros pasos. No hay viento, no hay sombra, ni una nube en el cielo. Todo era de color marrón, quemados, secos o agrietados. "ahí," dijo. Se refería a un parche indescriptible de terreno en el que se ve nada más que algunos vidrios rotos y grava. Ahí, ¿dónde?"
"alli" indica el.
Me agaché y frote la tierra, que llegó sorprendente y con facilidad a mis dedos. Se sentía suave y ligeramente húmedo, como si acabara de llover, lo cual era imposible. Agarre rápidamente un poco más, la tierra es más húmeda, que es algo definitivamente imposible.
"Kai?" miré hacia él. Por primera vez sentí algo parecido al miedo. Estábamos cerca de un kilómetro de distancia del edificio más próximo, y dos veces, lejos de cualquier ser vivo. Me di cuenta de no sabía nada de este muchacho. ¿Cómo es que nunca había visto a su padre? ¿Cómo fue su madre al morir? ¿Por qué no lo hizo
ir a la escuela? Todas estas explicaciones de repente parecían increíbles. Un niño no sólo deja de ir a la escuela con la bendición de su padre, por motivos vagos, o abandonarlos como si fuera el dueño de ellos. Finalmente, el gobierno vino a buscarlo él, o él se fue. Pero Kai todavía estaba aquí, apuntando a la tierra.
"Está bien", dijo.
Recogí más profundo en el lodo que comenzaron a llegar lejos en empapados terrones "¿Qué es?" preguntó, aunque yo ya lo sabía.
Es agua", dijo.
"¿Cómo llegó hasta aquí?"
"Hay un manantial bajo tierra. Uno pequeño.
Se forma justo debajo de la planta. "

Negué con la cabeza. Yo no podía creer que era agua dulce tan cerca de nuestra casa. Sin embargo, goteaba la arena a través de mis dedos. Tan misteriosa como el propio Kai.

"¿Alguien sabe?"
Kai negó con la cabeza lentamente.
¿Y dónde... cómo lo encontraste? "
Se encogió de hombros. "Yo sabía que estaba aqui."

La cara de Kai brillaba, y el dorado de su cabello reflecta la luz del sol. Encontrar una fuente de la libertad,
el agua era como encontrar petróleo-mejor, incluso. Podría hacer una persona rica más allá de la imaginación.
Pero Kai no parecía importarle. Él me miró con los ojos soñolientos por debajo de su flequillo.

"Se puede ser rico", le dije.
"Ni siquiera hay agua suficiente para llenar una cisterna. "
"No puede ser."
"No la hay."


Puse mis dedos en mis labios y probé el agua que vino de la tierra. Fue arenoso, pero no había ningún sabor a sustancia química y no quedan residuos de agua salubre. No me preocupe por venenos o toxinas, porque podría decir que era agua de verdad, se filtró en la profundidad de la tierra. Recogí otro puñado y me lave la cara, cerrando los ojos recorrían las gotas frescas por mis mejillas del corte riachuelos.

Al principio pensé que estaba soñando. Y entonces me di cuenta de los labios de Kai. Él apretaba contra mí, su cálido aliento lavaba mi cara como la noche. El aire se arremolinó a picadas, y sentía como si estuviera cayendo en algo profundo y sin fondo del que no puede haber rescate. Cuando abrí los ojos, sus ojos estaban brillantes y grandes delante de mí. "Usted no debe," Me , dijo.

"Lo siento", dijo.
"Esto… quiero decir."

Me recosté en él, y nos besamos otra vez. Mis pulmones inhalaban, su aliento. Nos besamos hasta que me sentí mareada de ello, y remolinos de colores dibujaban bajo mis párpados. Cuando nos detuvimos, la suavidad de su la boca se quedó como el zumbido. Me toqué los labios, se sentía caliente y líquidos, no en absoluto como la sensación de sequedad, agrietados del viento y el sol. La mirada de Kai reflejaba la mía, me miró a los ojos como si pudiera ver mis propias emociones reflejada en ellos. Eran de un limpio azul claro, sin toque de gris.

Nos quedamos así durante un momento, con los ojos cerrados y las manos agarradas, luego se trasladó hacia mí. Esta vez dio un paso atrás, y sus los labios me rozaron las mejilla.

"Lo siento. Estoy confundida ", le dije. "Quiero decir, no es que no quiera seguir, pero no se lo que significa. "

Kai asintió con la cabeza como si comprendiera. Otro chico podría haberse empujado hacia mí o ha tratado de
cambiar de opinión. Kai simplemente cubrió el pequeño agujero que había cavado, acariciando la arena en su lugar.
"¿Quieres ver el resto del sitio", me preguntó.

Me tomó la mano, y continuamos nuestro recorrido por las colinas secas y terrenos polvorientos. Él me mostró los pequeños lagartos que vivían en la profundidad de la arena que fueron capaces de resistir el invierno. Él a un lado los postes rotos me mostró las colonias de hormigas que festejaban el agua en la madera podrida. Pero nada más había hecho ninguno A mí me impresionó durante el resto de nuestra tarde juntos en el viejo molino. Más tarde me
Lamentare por no pedirle más. Una parte de mí deseaba que podríamos volver al momento antes del un beso. Se había convertido en mi amigo, mi único verdadero mejor amigo era Will, si era honesta y me preocupaba lo que le pasaría a esa amistad, sí seguimos. Pero otra parte de mí sentía la edad suficiente para continuar. El fue el primer chico por quien yo había sentido algo de curiosidad, y no sabía cómo decir lo que pienso acerca de las cosas que quería.


Se estaba haciendo de noche cuando iniciamos nuestro camino a la construcción de Kai, y sabía que mi padre no quiera bicicletas en su casa. Lo llamé desde el vestíbulo para que me recogiera. Kai se disculpó por no invitarme a su interior, comprendí. Los gérmenes podrían propagarse más fácilmente en el interior, y no valía la pena
alarmar a sus vecinos.
Esperamos juntos las escaleras. El padre de Kai se mantuvo arriba. Los guardias de seguridad mantienen su distancia. Había una sola silla de respaldo duro, Kai me la ofreció, pero estaba contenta de mantener en pie. Un viejo reloj digital en la pared seguía el ritmo. En un parpadeo pasaron los minutos. La intimidad que habíamos compartido en las ruinas del abandono se sintió tan lejos como los edificios de ellos mismos. Era como si Kai no estuviera allí, incluso a pesar de que estaba de pie junto a mí.
Escuchó con atención y sólo oía su respiración. Me preguntaba si era que estaba avergonzado de que me hubiera besado y deseó no haberlo hecho. Entonces me pregunté si el beso había sido bueno y si había besado a muchas
otras chicas. Pero fue la mirada pérdida en la distancia, y todo lo que podía ver frente a él eran las paredes del edificio y unas luces del banco de seguridad. Las luces parpadearon y parpadeó, el envío de sus mensajes codificados en la noche.

"Kai", dije finalmente.
"¿Sí?"
Escuchamos un bocinazo del coche de afuera
"Es mi padre", le dije.
"¿Te veré mañana?"
"Claro".
"Mañana, entonces."

Mis preocupaciones eran una tontería, me dije mientras corría a la puerta. Kai no estaba molesto o decepcionado.
No era más que un natural distraído, como un niño que escucha una voz diferente. Y sabía que el confiaba en mí, me había mostrado el manantial subterráneo. Tal vez no estaba lista para ser su novia, pero eso no significaba que tenía que dejarlo de ver. Eso tampoco significaba que sabíamos lo que las semanas o meses de antelación traería. No cumplo los quince años para siempre.

Esa noche le dije a Will casi todo excepto la parte sobre el beso. Estaba segura de que Kai no quería que le guardara ningún secreto a Will. Él era mi hermano, después de todo. Pero Will no creía en mí. Todo el mundo sabía que no había agua en millas, insistió. Debieron a ver llegado a una fuga de la cisterna o aun tanque enterrado. Will levantó la voz, y yo levante la mía de regreso, la pelea termino Con nuestro padre viniendo de arriba a separarnos.
Decidí que Will no era digno de tener en cuenta de todos modos. No me importaba su opinión. Fue del mismo modo que él no me creyó.

Pero a la mañana siguiente, Will me preguntó sobre el manantial de nuevo. Le repetí lo que le había dicho, y
esta vez parecía interesado.

"Vamos a ir a verla", dijo.
"Tenemos que ir a la escuela."
"Después de la escuela."
"Está detrás el viejo molino."
"No tenemos que decir a dónde vamos."

Asentí con la cabeza. Por supuesto que no diría nada a nuestro padre. Will lo sabía. Él frunció los labios y solemnemente me estrechó la mano. Comprendí entonces que estaba celoso de que Kai me había mostrado el manantial subterráneo. Pero si sospecha de cualquier otra cosa, el no lo dijo.

El día escolar parecía una eternidad. trate que cada palabra pronunciada por el profesor Flotara en el aire como pasta espesa alrededor De mi mente, pero aterricé de nuevo en mi escritorio con unos símbolos, estaban irreconocibles, y mi cerebro estaba embotado por el esfuerzo de encontrar su significado. Me obligaron a sentarme
en posición vertical, pero todo lo que podía pensar era en mostrarle a Will el terreno de tierra húmeda.

Finalmente sonó la campana, y los chicos corrieron por el pasillo dando gritos. Normalmente me lleva tiempo recoger mis pertenencias, pero hoy me uní los otros en la loca carrera por tomar los autobuses.

Will me estaba esperando. Abordamos el autobús y se sentó junto al otro asiento sin hablarme. Otras chicas se empujaban por la atención de Will, pero él no les hizo caso. El se apoderó de la sede y se quedó mirando al frente. Sabía que él estaba pensando. Fue lo mismo que había pensado cuando vi por primera vez el manantial subterráneo. Una fuente libre de agua podía suponer más agua cercana. Podría significar que los acuíferos se reponen. Acuíferos significa Reposición de agua potable, agua que no tendría que ser purificada, tratada con productos químicos nocivos, envenenada. Era agua que nuestra madre podía beber.

Tal vez Kai se equivocó sobre la existencia de muy poca agua. Él no podía saber con certeza. Los geólogos tienen que perforar y poner a prueba. A veces, el agua podría estar a un kilómetro o más por debajo de la superficie. Un hilo puede significar enormes reservas por debajo. Estos fueron asuntos complicados que se adivinaban por los científicos e hidrólogos.

Pero cuando nos bajamos del autobús, Kai no estaba allí. Al principio pensé que era tarde. me di cuenta de lo mucho que me había contado de él en los últimos días, no verlo fue estremecedor, como pasar por el mismo edificio de repente me di cuenta de que se había ido y se hizo un gran vacío donde una vez estuvo. En los últimos dos meses,
casi me había olvidado del tiempo antes que el existiera, y ahora su ausencia se sentía como un dolor agudo. ya habíamos esperado mucho, sin embargo pasaba mas el tiempo Me di cuenta que Kai no iba a venir. Todavía no estaba preocupada;

"Podríamos ir sin él", sugerí.
"¿Cuál sería la diversión sin él?"
"Él se molestaría," estuve de acuerdo.
"Vamos a ir a buscarlo."

No era el momento para el Pabellón de Wellington. Nosotros tenemos nuestras bicicletas en la sala de almacenamiento bajo llave nos vamos por el camino conocido. Varios coches pasaron, en la misma dirección que íbamos nosotros, era difícil evitarlos.
El sol estaba bajo el cielo, una pelota café naranja sin brillo filtrada a través de la bruma y el polvo. Por último
vimos las torres triples del Pabellón Wellington al lado de las colinas y aceleramos nuestro ritmo. Will corrió hacia el camino de entrada, me deje ganar
Los guardias nos detuvieron en la puerta.
"Vamos a ver Kai dijo Will.
"Kai", preguntó uno de los guardias.
"Alto, cerca de mi altura", dijo Will. "Rubio. Se bloquea por el exterior durante todo el día. "
"Tú me conoces", le dije al guardia. "He estado aquí antes. "
El guardia negó con la cabeza. "¿Tienes una identificación? "

Por supuesto que no teníamos nuestras identificaciones con nosotros. Miré a Will para ver que se le ocurriría
estaba segura de que encontraría una manera de hablar a sí mismo en su interior. En su lugar, se encogió de hombros y dijo:
"Oh, bueno, supongo que lo veremos de nuevo en la escuela." Él se alejó, empujando su ciclo, lo seguí.

"Will!" susurré. "¿Por qué no decir algo? "
"No se puede entrar en razón a un guardia," dijo Will.
"Sígueme".

Aunque el Pabellón de Wellington fue uno de los complejos más elegantes de vivienda, también ha
sufrido una falta de mantenimiento regular. Sin agua era difícil de arreglar casi cualquier cosa. Los equipos de carretera utilizados en concreto seco, un cemento sin agua, pero se derrumbó con facilidad por calor. El asfalto era prácticamente inexistente, porque incluso sustitutos del petróleo eran imposibles de encontrar. Como he seguido a mi hermano, rodeando el complejo, pronto llegó a una parte de la valla que se había oxidado, y el
concreto se había desintegrado. Apoyamos nuestros ciclos contra un poste, y Will empujó la valla. Rápidamente se separó en sus manos. "Es aquí ", dijo.

El espacio era lo suficientemente grande como para deslizarse a través. Will fue primero, lo seguí. Son Tantas la medidas de seguridad.
"Tres B", dije, recordando el numero del apartamento de Kai.

Nos colamos en el lote de arena, de color verde para parecernos a la hierba, a pesar de que no se veía nada igual. No vimos a nadie. Esto es lo que es ser rico: Usted no tiene que salir de su apartamento, poniendo en riesgo el aire exterior y la falta de agua. Usted vive en un lugar seguro custodiado por los guardias que dejan los visitantes en
la puerta. Cuando la gente vine a visitar, había que identificarse y ser claro, o bien que se coló debajo del alambre de púas rotas y enredadas.
En el hueco de la escalera Will tiró la puerta, que se abrió con facilidad, ya sea que la cerradura había sido eliminada o se rompió. Subimos tres Vuelos, haciéndose eco de nuestros pasos extrañamente en el oscuro pasaje. Una fina capa de arena hace ver áspera la barandilla y varias veces tenía que pasar las manos por mi pantalón para limpiarlas.

Algo estaba mal. Podríamos decirlo tan pronto Como llegamos al tercer piso. Una brisa
soplaba por el pasillo, no era aire familiar, reconfortante de una unidad de ventilación, pero el aliento cálido y seco
desde el exterior. Efectivamente, cuando llegamos al final del pasillo, pudimos ver un apartamento con puerta giratoria abierto en una sola bisagra. Will desaceleró y señaló con tranquilidad, aunque no hubiera hecho algún sonido incluso si pudo. Nos pusimos los pies de puntillas hasta la última puerta del apartamento y Will se asomo a su alrededor e interior El consumo de su aliento era como un fuerte llorar.

Me alivió detrás de él y miró por encima de su hombro. El apartamento apareció destrozado, como si alguien lo hubiera puesto a punto de naufragio. Lámparas destrozadas en el suelo, ventanas rotas, platos en la mesa de la cocina dispersos al lado de nosotros, un olor espeso, como el mal estado de los alimentos, llenaba el aire, tuvimos retener la respiración durante varios segundos, de repente algo hizo gritar a Will.

Un cuerpo ensangrentado yacía boca abajo cerca de la puerta de entrada a las habitaciones. Lo reconocí
al instante, y mi estómago se volvió: Martín el guardaespaldas con su pistola ametralladora en mano, sus gafas de sol rotas se extendían cerca de dos metros de distancia. Me di cuenta que habían agujeros de bala en las paredes y
cajas vacías de proyectil en el suelo.

"Kai?-grité. "Kai?"
Pero mi voz resonó hueca en el apartamento vacio
Kai se había ido.
Pamee
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